Imágenes previas al naufragio
Corría el año 1991. Un amigo, periodista idealista por entonces y ahora emprendedor vinculado a una marca multinacional importante, me contó cuál había sido su última investigación: giraba en torno al caso «María Soledad» que convulsionaba a la sociedad argentina en aquellos lejanos días.
Venía de Catamarca en dónde, según me contó había podido entrevistarse con el gobernador Saadi. Me dijo también que esta conversación con el gobernador había cambiado el eje de la investigación.
El caso en que los hijos del poder catamerqueño parecían haber asesinado a la estudiante era un escándalo social. Sin embrago se cumplía un año y la anunciada y esperada intervención no se producía.
Me contó este amigo que -ya en confianza- el gobernador (cuya provincia finalmente sería intervenida) le explicó el por qué de la demora: «A la intervención la freno con esto» habría dicho el catamarqueño, sacando de uno de sus cajones un sobre grande de papel madera.
En ese sobre había un informe de la CIA que un «garganta profunda» local le había vendido en varios de miles de dólares. Este paper advertía de la necesidad de los narcos de establecer conexiones locales para poder operar en Argentina en tráfico y lavado de dinero. Pero lo más impactante del informe -si vamos a creerle- era que avisaba que Manzano desde el PJ y la coordinadora desde el radicalismo ya advertían lo que significaría ese flujo de dinero insertado en la política y más concretamente en lo que sucedería si una de las dos fuerzas antagónicas accedía a semejante poder y la otra no.
El informe iba más allá citando nombres y contactos, en fin… avances narcos. Data que hoy no puedo respaldar. Pero se puede inferir en perspectiva «años vista» como quien dice.
Un poquito de contexto: en aquel año 91 Menem arrasó en sus primeras elecciones de medio término. Había frenado la hiper inflación -que la gente vincula con Alfonsín pero tuvo en el riojano su punto más alto- gracias a los servicios de Domingo F. Cavallo. Así se consensuó el indulto a los militares y se exterminó cualquier oposición de dentro y fuera. Por aquellos días «Peronismo» y «Menemismo» eran sinónimos aunque la marchita estaba bien guardada.
Empezaba la convertibilidad. Y la clase media se peronizaba porque «podía entrar al 1er mundo menemista vía Miami» y comprarse tecnología de la época. También de aquellos días incipientes del 1 a 1 es la recordada frase de barrionuevo: «Muchachos… olvídense de pedir aumento por diez años».
Anestesiada, la clase media vivió la fiesta menemista casi desde adentro. No fue sino hasta fines de los noventas que la gente empezó a despabilarse y darse cuenta de que mientras la industria argentina se minimizaba, la pobreza cubría todo el conurbano en grado alarmante. La mejor policía de Duhalde ya campeaba la provincia. Había aparecido la famosa «inseguridad» y el país ya no era de transito de drogas, sino de consumo. No había más hiperinflación pero sí inflación que iba carcomiendo el nivel de vida, solo que a diferencia de los tiempos de la hiper no había recomposición salarial. El nivel ficticio del dólar hacía que no pudiésemos exportar ni un escarbadientes y el nivel de desempleo ya en dos dígitos no paraba de subir.
La clase media intentó su reacción con lo que quedaba en pie de su partido de clase: la UCR. El tema es que tanta corrosión no había sido en vano y la UCR no pudo sola. Se sumaron los primeros peronistas en distanciarse de menem (provenientes del grupo de los «8») y así se conformó la alianza.
Esta última ilusión que tuvo la clase media voló por los aires cuando en lugar de remover al menemismo, De la Rúa optó por convertirse en su epílogo. Y la UCR voló por los aires.
Cuando todo explotó en 2001 quedaban localidades enteras arrasadas, convertidas en villas, tierras tomadas por la miseria y la droga. La desocupación altísima y la inseguridad creciente. La industria nacional destruída. Y todo esto, de alguna sorprendente y misteriosa manera firmado por De la Rúa.
La UCR (Chacho se había eyectado a tiempo) pagaba los platos rotos del peronismo versión «Menem». El radicalismo era un partido de dudoso y relativo mérito, pero un partido al que le cabía sin duda una cualidad: era el partido de la CLASE MEDIA ARGENTINA. Al explotar por los aires, la gran mayoría de la clase media se retiró de la política y de cualquier intento serio y orgánico de participación.
Así la vemos hoy encolumnarse detrás de arrestos individuales de sujetos -algunos de ellos impresentables- o causas ajenas como la de la Rural.
Algunos hasta optaron por abandonar en todo lo posible el espacio público y se fueron a vivir a lugar alejados rodeados de muros pensando que así es posible evitar la realidad exterior y sus duras consecuencias.
Hoy que su máximo papel político parece ser criticar a los Kirchner en lo que sea que hagan me pregunto cómo reconquistar algún instrumento para que este importantísimo sector de nuestra población deje de sentirse excluído y piense en hacer, más que en denostar.
Creo que tooda política seria tendría que estar destinada a incrementarla sumando a los pobres y darle vida en lugar de asfixiarla.
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marianorinaldi Ver todo
Periodista. Cronista.
Conduzco de "La Semana que Viene" programa que se emite por Radio Simphony.
También trabajo en el programa "En la trinchera" de Radio Led.
Fui Cronista de "El Exprimidor" (2002 hasta su finalización en 2019) reemplazando a Ari Paluch en la conducción en varias ocasiones.
Cronista de "El Rotativo del Aire" de Radio Rivadavia (entre 2001 y 2010).
Acreditado en Casa de Gobierno (2003/2018).
También Cronista y asesor parlamentario.
Realicé coberturas nacionales e internacionales como enviado por ejemplo al rescate de los mineros en Chile, Elecciones en España y Paraguay, Aniversario del Atentado de Atocha en Madrid entre otras cosas.
