Dejémonos de joder… levantemos las copas!

Aunque casi nadie lo recuerde, además de los regalos, el consumo, papa noel, las nueces y el pan dulce, en esta fecha es navidad porque se conmemora el nacimiento de Jesús. Esto significa -seas creyente, agnóstico, o de otra religión- un mensaje: «Amaos los unos a los otros»

Este año me tocó cubrir el rescate de «los 33 de Copiapó». Esa historia de mineros atrapados que conmovió a un país primero y al mundo después. Mi tristeza fue grande cuando en un bar de la esquina de la plaza de Copiapó pude finalmente conectarme a internet. Ya habían salido casi todos, el último minero venía en camino. La alegría era un perfume flotando en el aire. Sin embargo al entrar a Twitter los mensajes que venían de mi país eran disonantes del resto del mundo que era un festejo.
Desde críticas a Piñera hasta evaluaciones de cómo estaba «todo armado». Mientras los propios mineros se abrazaban al presidente en Argentina se enfocaban en la penosa situación de estos trabajadores. Mientras en Chile el festejo popular se parecía a que Chile acabara de ganar un mundial en mi país se hablaba del «armado y la sonrisa de Piñera»
Sentí que no teníamos paz.
Al volver me sentía un outsider: Me dí cuenta de que estabámos enfermos. Y lo peor es que ni lo sospechábamos.
En todas las cuestiones la enfermedad se manifestaba igual: se planteaba una situación problématica y en vez de juntarnos a ver cómo se solucionaba (aún con diferencias que dije juntos y no encimados) la reacción era trazar una línea imaginaria para rápidamente ir a colocarse de uno de los lados y… a gritarle a los de enfrente. Lo irónico es que la solución quedaba en un segundo plano o jamás llegaba.
Dicen que los chinos cierran sus tratos con una frase: «Todos contentos». Ancestrales negociadores, ellos saben que si un acuerdo no conlleva bienestar para las dos partes se vuelve efímero y explota. Ya en el paroxismo, nosotros inventamos el «Todos jodidos»
Todos los hechos sucedidos en las últimas semanas que tanto nos irritan (y consecuentemente nos duelen y nos separan) podrían ser abordados con madurez y con vocación de solucionar problemas. Aún cuando fuesen hechos fogoneados intencionalmente por intereses oscuros, estoy seguro de que la democracia y la sociedad argentina tienen mejores respuestas para dar.
Por eso, en este día tan especial quiero saludarlos, invitarlos a levantar las copas y brindar por nosotros: propios y ajenos. A brindar por nuestras diferencias, por nuiestra casa Argentina…
Dejémonos de joder… levantemos las copas!