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Ni yankis ni marxistas, ni peronistas o radicales: política vs Corporaciones

Algún día le contaré a mis nietos que allá lejos y hace tiempo, cuando volvió la democracia, la gente quería escuchar a los políticos y hasta les pedía «la plataforma de sus partidos». Era otra época: tiempos en los que el Neoliberalismo no había todavía infiltrado a la política intentando vaciarla de poder.

El lobby político existió siempre, así como el retorno y la cometa. Pero lo realmente novedoso fue cuando las corporaciones se decidieron a «evitar intermediarios» y postular a sus magnates y a sus gerentes.
Con íconos como Berlusconi, la fortuna más grande de Italia y con emprendimientos como los de Michael Bloomberg, George Bush o Donald trumph, la figura del «Magnate-político» se conformó como una opción viable. Aunque la gran mayoría de los magnates prefiera «no ensuciarse las manos con la política» y designar a alguien en su lugar, o bien a negociadores para que «convenzan» a los políticos.
El desembarco de la empresa en la política llegó a tal punto que algunas organizaciones se estructuraron directamente como empresas. Conocido es el caso de George W. Bush que impulsó su campaña presidencial como si fuera una empresa piramidal: en la base estaban los que aportaban o recaudaban 200 mil dólares, un escalón arriba aquellos que reunían 300 mil y en la parte
superior los que aportaban un millón. Estos diferentes niveles se traducían a su vez en un mayor acceso al candidato y una matyor llegada a cargos y decisiones.

¿Alguien puede pensar que una organización de este tipo puede tener como fin el bien común?

Con diferencias y matices la «Empresa política» recorrió el mundo llegando incluso hasta nuestras tierras.
Casos como el de listas en donde los lugares a diputados están a la venta o líderes «seguidores de encuestas» que en vez de doctrina política tienen consultores de marketing son evidentes.
El tema es que las organizaciones políticas reales -aún cuando sus miembros pueden ser permeables a los sobornos de las corporaciones- tienden a la política como herramienta para la transformación social. Es menos probable que una organización política estructurada, con cuadros con peso específico se entregue por completo a las corporaciones.
Del otro lado, es mucho más probable que las candidaturas de «self-made men» o de herederos de grandes imperios estén orientadas a la concresión de negocios (o negociados) limitando las cuestiones de orden público a un tercer plano.
Una cosa interesante es que esta puja entre política y corporaciones no puede circunscribirse a un partido político u otro: Menem llegó al poder desde el justicialismo, y dentro del propio peronismo coexisten militantes convencidos y oportunistas negociadores. Se trata aparentemente de un corte que atraviesa transversalmente a la política.

En estas elecciones la cuestión no será ya más «izquierda o derecha», ni mucho menos «peronistas o radicales»…
Mi pregunta es : El voto que vas a poner… ¿va a una organización de gente cuyo propósito último es administrar lo público? ¿O va a un consorcio de empresas que se disputan las decisiones y las leyes que en el futuro las habrán de beneficiar?

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marianorinaldi Ver todo

Periodista. Cronista.
Conduzco de "La Semana que Viene" programa que se emite por Radio Simphony.
También trabajo en el programa "En la trinchera" de Radio Led.
Fui Cronista de "El Exprimidor" (2002 hasta su finalización en 2019) reemplazando a Ari Paluch en la conducción en varias ocasiones.
Cronista de "El Rotativo del Aire" de Radio Rivadavia (entre 2001 y 2010).
Acreditado en Casa de Gobierno (2003/2018).
También Cronista y asesor parlamentario.
Realicé coberturas nacionales e internacionales como enviado por ejemplo al rescate de los mineros en Chile, Elecciones en España y Paraguay, Aniversario del Atentado de Atocha en Madrid entre otras cosas.

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