Vuela alto: Adiós Facundo

Cuando algo así le pasa a alguien así, no vale la pena detenerse en los detalles, en las azarosas cuestiones que desembocaron en su final violento. Cuando algo así le pasa a alguien como él hay que ver qué mensaje está cifrado. Qué nos quiere decir. Porque a las gentes tan imbuídas en el espíritu como él, las cosas no les pasan, Son ellos los que las navegan.

Tu mensaje fue revolucionario de la mejor manera: llegándole a la cabeza a cualquiera, recogiendo del mundo los tesoros de la Madre Teresa, de Gandhi, de Tagore, de Borges, de Cortazar, de Whitman, del pueblo mexicano, de cualquier pueblo del mundo.

Tu mensaje SIEMPRE revolucionario instaba a mirarnos por dentro: «Mano ocupada, mano perdida» o sino «No estás deprimido, estás distraído» porque solamente estando distraídos podíamos perdernos la maravilla de la creación, un instante de la sonrisa de un pibe por desear alguna cosa que nos faltara.

Moriste varias veces, como en el accidente de avión de tu familia, pero renaciste más como cuando en Roma «quedó abandonada una Ferrari y me fuí con la biblia»

Naciste cantor porque «cada cantor en el mundo es un soldado menos» y fuiste cantor de aquí y de allá pero siempre con el acento pampa de mi tierra. Llevaste tu canción por el mundo convencido de que cantar es orar dos veces.

Un maestro tuyo con el que te estarás reencontrando, Borges, decía que le conmovían la minuciosa colección de anécdotas y recuerdos personales que con cada muerte  se perdían. Con tu partida Facundo perdemos un tesoro inmenso algunos de cuyos destellos, de todas formas,  podremos atesorar y venerar.

Finalmente y un poco tramposo también… no regalaste a todos algo que ya teníamos. Nos diste lo que era nuestro: nos mostraste que cada uno de nosotros tiene un alma grande, un alma libre aunque nos emperremos en negarlo.

Te vas como una persona que no pasa intrascendente.

Te vas dejando estela.

Adíos revolucionario.

Trataremos de entender también este último mensaje.

Vuela alto: Adiós Facundo. Adiós.