Clientelismo

Abraham Maslow fue un psicólogo norteamerican autor de “La Pirámide de Maslow”, o jerarquía de las necesidades humanas. En esta teoría Maslow refiere a la organización piramidal de la sociedad, dibujando una pirámide en cuya base –y sector más ancho- se encontraba la mayor cantidad de individuos. A esta clase pertenecen las necesidades y preocupaciones más básicas y que podríamos llamar “de subsistencia”: qué comer, dónde dormir, sobrevivir.

En un segundo nivel, ya menos ancho que la base, a la altura media, se encuentra el sector cuyas necesidades básicas aparecen resueltas y aparecen otras que podríamos considerar más de índole metafísico: necesidades de progreso, afiliación y seguridad. Ya se tiene dónde dormir y comer, pero se busca mejorar así como la necesidad de afecto, amistad, intimidad sexual y superación.

El tercer nivel, la punta de la pirámide, es donde hay menos individuos. En esta clase alta la necesidades ya no son como las conocemos el resto: pasan por el reconocimiento y la sensación de autorrealización.

Por qué hago toda esta perorata sobre una teoría de la 1ra mitad del siglo pasado?

Simple: porque quiero expresar de manera bien clara que a grandes rasgos nuestra sociedad esta cruzada por ciudadanos pertenecientes a niveles, orígenes y estamentos diferentes.

Consecuentemente los mensajes políticos, por más abarcativos que sean, nunca podrán estar apuntados a la totalidad.

La mayoría de los medios de comunicación trabajan con la clase media de la pirámide. Es decir, con los que consumen. Por lo tanto su nivel de discurso y crítica políticos apuntan a las necesidades “metafísicas” de esa clase. Necesidades éticas, de superación. Pero como dijimos, sucede que esta clase no solo no es la única: ni siquiera es la mayoritaria.

Existe una clase en la base cuya preocupación será tener algo que comer y lugar dónde dormir. Y el que busca estas cosas no se hace demasiados cuestionamientos morales.

Cuando un partido atiende estas necesidades invariablemente se habla de clientelismo (categorización emanada de las capas medias). Y es posible que en el sentido que se expresa sea absolutamente cierto. El tema es que este “clientelismo” no parece ser percibido como un problema ni para quien lo genera, ni para quien lo recibe.

Habría que preguntarse también que alternativas al “clientelismo” generaron las demás opciones políticas para estos sectores postergados. En líneas generales se proponen soluciones -támbién utópicas o metafísicas- que acaban cayendo a lo concreto del favor clientelista

A mi criterio no sirve mirar a un sector con los ojos (los problemas, la ética y el presupuesto) de otro.

Solo una mirada integradora y respetuosa de las diferencias servirá para aportar algo más que críticas estériles