Che! no se vayan todos!

Tal vez sean mis propios temores, mi propia emotividad. Un riesgo sería caer en el «todo tiempo pasado fue mejor». O quizás simplemente esté dolido.

Tengo la impresión de que nos están dejando los mejores, nuestros ídolos, nuestros monstruos sagrados.

Y si bien los artistas son irremplazables, tengo la sensación de que en los últimos tiempos no hay recambio, de que los que vienen no tienen la altura, ni cerca, de los que se están yendo.

Son huecos gigantes que nos van quedando como marcas imborrables en la piel.

Quizás el primer «monstruo sagrado» que perdimos esta camada de generaciones que hoy somos «los argentinos» fue en el humor Alberto Olmedo: murió en el 88. Desde entonces quién ocupó algún lugar parecido al suyo?

Lo mismo con el negro Fontanarrosa en el humor gráfico.

Y qué decir en la música? desde el rock pesado con Pappo hasta Sandro.

Desde el folcklore con la Negra Mercedes hasta ahora El Flaco.

Grandes monstruos que se nos van sin remedio. Y quiénes vienen?

Mi idea es que las cosas más graves nos pasaron hace algunas décadas: nos morimos y resuscitamos. Quizás por eso la importancia y la profundidad de esos seres mágicos llamados artistas que entonces aparecieron y a los que nos aferramos para seguir viviendo.

Épocas en las que «Género menor» era «el café concert» que hacían Perciavalle, Gasalla, Pinti…

Ahora hay más que antes… pero son menos.

Algunas de las personas que se nos proponen a nuestra consideración, ni siquiera son artistas: son mediáticos, pero que ocupan los lugares que antes ocupaban -con su arte- los artistas.

Quizás estoy dolido por lo del Flaco.

A lo mejor sea «un hombre bueno, pero me estoy volviendo viejo»