Este imbécil que habla

El rol social de los verdaderos intelectuales ha sido siempre ser “faro” del pensamiento de su época.  Algunas veces redondeando y volviendo accesibles las ideas que parecían crípticas para la mayoría, otras veces trayendo debate y  encendiendo las conciencias que yacían adormecidas. Tal vez este último haya sido el caso del brillante Semiólogo y escritor italiano Umberto Ecco cuando declaró que  «las redes sociales generan una invasión de imbéciles”.

Primero convengamos que los Medios de Comunicación tradicionales no eran precisamente una aristocracia desde donde se expresaban las mentes más brillantes de la época. Hacia esto parece apuntar el Semiólogo cuando afirma: «Si la televisión había aprobado al tonto del pueblo, ante el cual el espectador se sentía superior, el drama de Internet es que ha aprobado al tonto del pueblo como el portador de la verdad” Entonces me pregunto: Por qué se relaciona al enunciante con el “portador de la verdad”? Porque habla?

Dice el pensador italiano que: “Las redes sociales le dan derecho de palabra a legiones de imbéciles que antes hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la colectividad” Es cierto: las redes sociales le dan voz a cualquiera, pero: Por qué pensar que esos textos intentan ser prosa docente en vez de creer, como creo yo, que se tratan de borradores y garabatos de alumnos?

Si las redes sociales dan voz A TODOS… Por qué quedarse con la voz del tonto del pueblo? Con frecuencia veo a gente en Twitter quejarse de lo que lee en su “Time-Line». Bien… quién se supone que sea el responsable por esto? Quién elije a quienes seguir? (lo que equivale a decir “a quiénes leer”)

Twitter es una herramienta. Como tal su eficacia depende en buena medida de la mano que la empuña. Bien usada, esta red social es una fuente de información maravillosa y un lugar de encuentro y coordinación potente a nivel mundial para ideas y emprendimientos de todo tipo. Mal empleada, en cambio, se convierte en una bolsa de rumores sin fundamento, de “small chat” intrascendente, un pasatiempos por donde se filtran los peores rasgos del alma humana.

Todos los días leo toneladas de tweets de gente que, como diría José Ingenieros: “Cree que está opinando cuando está rumiando opiniones ajenas”. Muchas veces me ha pasado  venir de cubrir una noticia o hablar con algún referente y al rato ver tuiteadas cosas diametralmente opuestas a lo que vengo de ver y escuchar. Sucede, pero… por qué darle entidad a todas las voces que se escuchan?

Es que acaso Ecco creía en los 80´s todo lo que le contaban por la calle? Y si las redes sociales no son más que megáfonos con los que se expresa cada una de las personas que me cruzo de casa al trabajo? Cuál es la importancia? QUIÉN PUEDE PRESTAR ATENCIÓN A TODAS LAS VOCES? QUIÉN PUEDE DIGERIRLAS A TODAS? NO SE DILUYEN Y SE ENCIMAN UNAS CON OTRAS NEUTRALIZÁNDOSE?

Tal vez lo que Ecco quiere decirnos es que necesitamos antes de seguir incursionando en el mundo socializado por las redes de internet CONSTRUIR HERRAMIENTAS DE SELECCIÓN PARA «INTELIGIR» ESTE NUEVO MUNDO. Empezar a hacernos algunas preguntas que quizás no nos hicimos de arranque cuando aceptamos a retuitear al cualquiera: Desde cuándo le doy importancia a cualquier opinión? Por qué la tomaría por cierta? Por estar mediatizada? Y a cuántos de los que leo en twitter conozco? (en persona o por trayectoria). Realmente la igualdad de posibilidades de ser escuchado confiere un mismo grado de “llegada” o “aceptación” a todos?

Me pregunto con respeto y algo de irreverencia si Umberco Ecco será un usuario consumado y experto de las redes sociales, o bien opina desde cierta distancia. Sospecho que cuando dice que: “enseguida a los imbéciles los callaban, mientras que ahora tienen el mismo derecho de palabra de un premio Nobel” se filtra cierto temor a que el consenso y el voto de los comunes apoyándonos entre nosotros postergue a las conclusiones de los notables ante la consideración masiva.

La “democratización” que proponen las redes sociales baja de su altura a los escenarios hasta al nivel del pueblo, al llano. Para sobresalir ahora harán falta ideas realmente brillantes más que luces escenográficas como muchas veces sucedía con intelectuales que se postulaban a nuestra consideración si ser –precisamente- Umberto Ecco.

Ahora TODOS podemos elegir TODAS las voces. En todo caso, quien elige quedarse con la voz de los imbéciles… qué será?