De cómo el PRO se pegó un tiro en el pie para acceder a lo que parecía una presidencia segura

A la salida de la pandemia, allá por 2021, casi nadie dudaba que Rodríguez Larreta marchaba con buenas chances hacia la presidencia en oposición a los errores que apilaba el presente gobierno. Único «PRO puro» en carrera con experiencia de gestión ejecutiva, el racinguista anticipó tempranamente sus aspiraciones presidenciales y tal vez ese haya sido su primer gran error.

Tras roces con el «dueño» del espacio que todavía coqueteaba con jugar su «segundo tiempo» se empezó a instalar una candidatura agresiva, destinada a limar las chances de Rodríguez Larreta y subordinarlo.

En ese proceso surgió la candidatura de una persona con poco carisma popular, tono marcial y complicada oratoria.

Esta candidatura sirvió a medias para el propósito: controló a Larreta, pero perdió el lugar de alternancia política al que el PRO parecía destinado.

En lugar de alinearse tras el único candidato natural que se tenía en carrera con experiencia de haber gobernado una provincia (o en este caso la Ciudad de Buenos Aires ni más ni menos) se protagonizó la única interna real y encarnizada a nivel presidencial. En lugar de construir una posición fuerte, la fuerza de Macri optó por dividirse. Y lo pagó carísimo: Parte de sus votantes huyeron despavoridos de la candidata marcial, que quedó atrapada en la lógica de la grieta y no supo leer que la realidad nacional había cambiado con un tercer jugador.

Larreta, verdadero estratega del PRO, habría calculado que la fuerza de Schiaretti sería clave en sus chances presidenciales. Parte del limado en su contra fue voltearle ese acuerdo. Hoy con el diario del lunes, vemos que el cordobés duplicó sus votos de las PASO y esa sangría salió de potenciales votantes del PRO: si hubiesen sumado sus fuerzas hoy estarían arriba de Milei, pero en cambio, le voltearon ese acuerdo.

Ahora habrá que ver cómo sigue «Juntos con el Cambio» y en todo caso, si sigue, ver cuál será la relación de fuerzas con la UCR que se siente en crecimiento y que no querrá ser vagón de cola de los ahora perdedores.