Nuestra Historia de amor 8: Brilla una pequeña luz

Se cumplen hoy 13 semanas y mañana 3 meses de tu partida, justo en el día de la madre. Veo tu cara, escucho tu voz y tengo tu sonrisa grabada en el corazón. Todavía no consigo que esa luz que fuiste en vida vuelva a producirme alegría, más bien todo lo contrario. Encima una app me recuerda tu posteo del día de los enamorados del año pasado.

Qué difícil todo! pero tengo que seguir por Nina. Aunque quisiera estar a tu lado, en esa luz infinita en donde estás ahora.

En esa segunda mitad de 2013, la sorpresiva muerte de mi madre me había conmovido. Andrea, siempre atenta a mi corazón, tuvo una idea muy de ella: convocó para la ceremonia en el cementerio al Padre Eduardo: ese que nos había casado, el que llegó tarde a la boda.

De aquel momento me quedan un par de recuerdos imborrables. Uno fue cuando me dijo «Vos ya no necesitás rezarle a la virgen ni a ninguina santa, porque ya tenés quien vele por vos en el cielo: hablale a ella».
El otro cuando al ver a mi Nonna -que tenía 92 años- frente al cajón me dijo «Cuidala a ella». Y me dió además un consejo que me cambió en esa etapa final, la relación con mi abuela. Me dijo «los viejos no necesitan que pases todo un día con ellos, se cansan, pero si en cambio podés pasar a verla un ratito cada semana te va a esperar ansiosamente».
Y así lo hice: desde la muerte de mi madre hasta la muerte de mi abuela dos años después a los 94 años, cada sábado tras mi programa de radio en San Isidro, pasaba a verla por el asilo del Marín que quedaba a poquitas cuadras.
Tal cual me dijo el cura, ella me esperaba siempre! y eran 30 o 40 minutos -a veces más, a veces menos- de charlar, caminar un poco y saludarnos hasta la semana próxima. De esta manera gozamos de una confianza, una frecuencia y una intimidad que no habíamos tenido nunca.
Y como me dijo el Padre Eduardo, no la dejé sola. Es más: algunas veces Andrea me acompañaba y me «usaba» a mi nonna. Había amado a sus abuelas pero hacía ya unos años que no las tenía, por eso disfrutaba de estar con la mía. Su cara no miente… no?



Unos meses después junto con mi hermano Gustavo, su mujer y su hija y también con Alicia y Claudia, dos amigas muy cercanas de Andrea, volvimos a aquel lugar de Ostende en donde habíamos pasado nuestras primeras vacaciones. Ese lugar cuyas ventanas y balcones daban al mar. Allí pude complir con un viejo pedido de mi madre, frente a ese sitio en donde fuimos felices, bajo ese cielo y en ese mar, tiré sus cenizas.

En ese viaje estuvimos con «Ojitos» como le decíamos a Lucía, nuestra sobrina. Era imposible no notar lo que queríamos nuestro bebé y lo bien que le quedaba a ella llevarla!

Pero más allá del duelo por mi madre, apareció una luz de esperanza: el Congreso de la Nación trató y aprobó la Ley de fertilización asistida. Esta norma tenía mucha resistencia de las prepagas y obras sociales que deberían hacerse cargo de los costosos tratamientos. Por esta razón, más allá de su aprobación, la reglamentación y puesta en marcha no fue fácil. Había demasiados intereses en pugna.
Recuerdo que Mauricio Macri dijo que si se aprobaba esta ley «quebrarían las prepagas» algo que me parece que no pasó, no? sin embargo hubo legisladoras del PRO que votaron a favor: vaya el recuerdo para Laura Alonso, Silvia Majdalani y Soledad Martínez.
Sin embargo nada sería fácil habiendo tanto dinero de por medio: a los pocos meses, ya en 2014 la norma se intentaría tirar para atrás con la excusa del vacío legislativo que quedaba en torno a los gametos y la modificación del Código Civil poniendo a los embriones en el centro del debate.
Se discutía desde cuándo comienza la vida, si en el momento de la concepción o a determinada altura del proceso hasta cuestionar “los procedimientos y técnicas médico-asistenciales de reproducción médicamente asistida” y “la protección del embrión no implantado”.
Sin embargo tras tanta discusión finalmente la ley fue convalidada y el día después de que el poder ejecutivo la promulgara -con el reloj biológico marcando 44- fuimos a la prepaga a solicitar nuestro tratamiento en persona.
Previamente había pasado por la Casa de Gobierno -en donde era periodista acreditado- y me había llevado una copia de la ley promulgada con la firma de Cristina.
Recuerdo que cuando nos atendieron, una persona nos brindó una explicación tan amable como falsa: nos dijo que la ley todavía no había salido del todo porque faltaban aclarar algunos detalles, además que todavía no estaba claro cuántos tratamiento y de qué complejidad podrían hacerse… que ya nos avisarían cuando estos tratamientos estuviera disponibles.
Entonces saqué la copia firmada por la presidenta y le dije: «Eso no es verdad! la ley ya fue promulgada y por lo tanto está vigente. Ve la firma? ahí donde dice Cristina? esta es la firma de la presidenta además -agregué mostrando una parte subrayada con resaltador por mí- acá está clarísimamente especificada la cantidad de tratamientos POR AÑO y el grado de complejidad que están autorizados por ley»
La mujer abrió grande los ojos: «Usted qué es? abogado?» como si eso cambiara la veracidad de la ley. «No! -le respondí- soy periodista y trabajo en la Casa de Gobierno y el Congreso. Además conozco a toda la patria movilera y si no me dan lo que dice la ley me voy a encadenar a la puerta y voy a llamar a todos los móviles de la tv… son todos amigos míos»
«Un minuto por favor» me dijo la mujer. Al rato volvió con otra persona que traía un papel: era un contrato donde se me ofrecía como si fueran beneficios exclusivos para nosotros lo que la ley otorgaba para todos.
Me dejaron en claro que era preferible que esto no trascendiera. Firmamos y de repente… Ya teníamos fecha para nuestro primer tratamiento!
Pero una vez resuelto el problema burocrático empezamos a notar que las cosas de todas maneras no eran tan simples: Andrea tuvo que empezar a tomar una batería de remedios y hormonas que además de alterarla un poco, le produjeron algún perjuicio físico: se veía hinchada y a veces su humor variaba de manera extraña en ella.
Su cara se puso más redonda, sus cachetes se hincharon… para una mujer tan coqueta como ella esto podía ser complicado, sin embargo todo esfuerzo valía la pena y pese a la incomodidad que sentía en el cuerpo siguió adelante con alegría presintiendo que al fin se nos daría eso que tanto deseábamos.
Grande fue la decepción cuando tras implantarle los dos mejores gametos de los cuatro que teníamos, ninguno prendió. No había embarazo. Además los dos gametos restantes no estaban en condiciones de ser conservados. El primer intento, tras meses de esfuerzo mental y físico para ella, se habían evaporado sin resultado aparente.
Por suerte se aproximaban una de las vacaciones más hermosas en un país maravilloso que nos servirían para cambiar las pilas y volver a empezar. Pero de eso les hablaré, si dios quiere, la semana que viene.
Categorías
marianorinaldi Ver todo
Periodista. Cronista.
Conduzco de "La Semana que Viene" programa que se emite por Radio Simphony.
También trabajo en el programa "En la trinchera" de Radio Led.
Fui Cronista de "El Exprimidor" (2002 hasta su finalización en 2019) reemplazando a Ari Paluch en la conducción en varias ocasiones.
Cronista de "El Rotativo del Aire" de Radio Rivadavia (entre 2001 y 2010).
Acreditado en Casa de Gobierno (2003/2018).
También Cronista y asesor parlamentario.
Realicé coberturas nacionales e internacionales como enviado por ejemplo al rescate de los mineros en Chile, Elecciones en España y Paraguay, Aniversario del Atentado de Atocha en Madrid entre otras cosas.