Nuestra Historia de amor 14: Embarazados!
De todos los planes, proyectos, anhelos y previsiones que uno realiza al comenzar el año, lo que menos pensaba era que este 2024 me dejaría sin mi amor, mi cómplice y todo. Que de una semana a la otra no tendría ya más a mi familia y nuestro amor se convertiría en historia. No es que no supiera que una tragedia espantosa podía pasarnos a nosotros como a cualquiera, pero es que estas cosas son tan horribles que no se piensan: uno se ve de repente arrojado a ellas. Y quedás tan golpeado que las cosas que te daban alegría ahora te hacen llorar. Hasta lo más insignificante. Una de las cosas que más me desestabilizan desde la muerte de Andrea es entrar a un supermercado: se ve que no tenía conciencia de lo arraigados que estaban algunos rituales como el de hacer las compras para nuestra familia, pero ahora encima están los adornos de Navidad!

El anuncio del embarazo nos dejó un buen tiempo en una especie de limbo, en un hermoso y angélico limbo. Y no era para menos: se trataba de nuestro objetivo más deseado, aquel en pos del cual habíamos decidido postergar todo otro proyecto durante los últimos 4 años. Ahora nos decían que habíamos empezado a lograrlo ya que finalmente estábamos embarazados. Pero a la vez, éramos plenamente conscientes de que teníamos nueve meses por delante que aún nos separaban de nuestro mayor anhelo que era convertirnos juntos en padres.
Con lo que nos había costado el embarazo y calculando que Andrea tendría 46 años al momento de alumbrar, teníamos motivos para por lo menos desconfiar de que fuera un camino liso y llano el que se abría en los próximos 9 meses.
Por esta razón y por la precaución habitual, decidimos esperar un poco para comunicar la noticia. Además lo haríamos empezando por nuestro círculo más cercano de padres hermanos y gente súper íntima, para después ir dejándolo trascender cuando ya estuviésemos instalados en el cuarto mes y la novedad resultara evidente.
Por aquellos días teníamos otra pareja amiga casi de la misma edad y en situación semejante a la nuestra, en la misma búsqueda. Pero el caso de ellos era diferente: ella quedaba embarazada, pero había perdido dos embarazos.
Pensar que algo así pudiera pasarnos tras tanto trabajo para llegar a esta intancia nos intranquilizaba bastante. En vano traté de buscar consuelo en el obstretra de Andrea. Cuando le conté nuestro plan de no comunicar la novedad hasta cumplir el primer trimestre por los riesgos que éste período tenía, me respondió: «Es cierto que el primer trimestre puede tener complicaciones de primer trimestre, pero también puede tenerlas el segundo trimestre. Y el tercer trimestre puede tener complicaciones de tercer trimestre». Me quedé mirándolo como esperando que fuera el remate de una broma pero no lo era.
La primera persona de nuestro círculo íntimo en enterarse de la gran noticia fue Marisa, la mamá de Andrea. Fue la mañana del primero de enero, al despertar del festejo de la noche de Año Nuevo. Es decir que ella arrancó el 2016 como una futura abuela. El momento en que se los comunicamos fue uno de los más emotivos de nuestras vidas, algo que por suerte pude registrar en este video.
Con mi madre fallecida, solo quedaban de mi parte mis hermanos, mi padre y su esposa para comunicarles la buena nueva. Al hacerlo agrandamos la alegría de la familia que esperaba ahora a dos bebés, ya que como conté la semana pasada, Mariela la mamá de ojitos mi ahijada, estaba embarazada desde hacía apenas dos meses, con lo cual habría dos primos casi mellizos en la familia.

Otro tema que nos preocupaba era el de la trombofilia de Andrea: nos habían dicho que si se aplicaba la jeringa diaria estaría controlado este problema médico al menos hasta el momento del parto.
Cotidianamente vi a mi mujer sin exhalar jamás nunca una queja, un lamento, una mueca de dolor, clavarse una jeringa en su panza, buscando cada día una zona distinta, para no repetir los pinchazos y poder producirse una lastimadura mayor. No es que fuera insensible: le dolía como a cualquiera, pero ella aceptaba ese dolor sabiendo que esa droga garantizaba el crecimiento de su hija pese a la trombofilia. Las mujeres suelen tener un coraje físico del que a veces los hombres carecemos: yo no podía darle ese pinchazo porque me daba mucha impresión clavarle la jeringa en la panza. Así que ella sin dudarlo, comenzó a autointrigirse ese pinchazo cada día hasta el final del embarazo. Algún día le contaré a Nina esto, entre otras muchas cosas que su madre hizo por ella.
Y así sin mayores sobresaltos pasó el primer trimestre en total tranquilidad. Con mi sistema de creencias tradicionales me habría quedado más tranquilo pensando que ya había pasado lo peor, pero gracias al obstetra, ahora tenía temores de “problemas del segundo trimestre”. Lo cierto es que habíamos entrado ya en el cuarto mes de embarazo cuando llegó la señal.
LA SEÑAL
Por aquellos días solía cruzarme regularmente con una amiga nuestra Verónica Rosales, también periodista. Ella tenía un vínculo especial con Andrea: no se veían mucho, pero cuando se encontraban en alguna reunión o una fiesta realmente disfrutaban la compañía la una de la otra. Además «Piky» como la llamábamos, era fotógrafa y le encantaba tomar fotos de Andrea.






Pero volviendo al inicio de nuestro segundo trimestre de embarazo, les contaba de la señal. Y la verdad es que nunca olvidaré este momento:
Era un domingo a la tarde, estábamos en casa tirados en el sofá mirando televisión probablemente agobiados de calor. Cuando de repente suena el teléfono y era un mensaje de WhatsApp de Verónica.
Decía sencillamente: «Estoy en salta en el santuario de la virgen del Cerro y se me apareció muy fuerte la imagen de ustedes dos»
Como ya dije no nos veíamos tan seguido los dos con Verónica. Ni siquiera sé qué tanto sabía de nuestras búsqueda recientes. Mucho menos podía estar consciente de algo que solo nosotros sabíamos y nos dejó helados: Nos miramos con Andrea fijamente como preguntándonos «será posible?».
Andrea no se pudo aguantar, la llamó inmediatamente por teléfono y las dos terminaron llorando de emoción.
El motivo era que nosotros habíamos hecho tres cosas vinculadas con la religión en la búsqueda de este embarazo, dos de las cuales ya las conté.
Les hablé de nuestra visita al padre Ignacio que había tocado la panza de Andrea y había dicho «Bebé». Les conté también de nuestro paso por la virgen de Guadalupe en México donde hicimos una promesa por este tema.
Pero lo que hasta acá no les había contado es que nuestra tercera visita religiosa en torno a nuestra búsqueda había sido ahí: habíamos viajado a Salta para hacer otra promesa muy especial para Andrea. Ella le había prometido a la virgen que si nos daban la gracia de ese hijo que tanto buscábamos, ella entregaría en ofrenda su rosario de rosas bendecido por el papa Juan Pablo segundo.
Por supuesto no había forma de que Verónica supiera esto porque nadie más que nosotros dos lo sabía.
Por qué razón siendo que no éramos amigos tan frecuentes de Verónica era nuestra imagen la que se había cruzado en su mente ante la presencia de la virgen del Cerro en Salta?
Por supuesto que cada uno podrá sacar sus conclusiones, pero la nuestra fue que había una señal, una especie de luz verde que nos llegaba del cielo y que nos mandaba nuestra virgencita del cerro: «Acá estoy, no me olvidé de su promesa»
Años más tarde, ya con Nina bebé corriendo y gritando entre nosotros haríamos realidad La promesa y Andrea dejaría entre tantos otros miles de rosarios ese tan especial regalo que le había hecho su mamá cuando cumplió 18 años para que lo usara en su casamiento cosa que también había hecho.


De esta manera dimos por finalizada la etapa del misterio y blanqueamos que el embarazo estaba en curso: Aunque tuviésemos un poquito de miedo de posibles complicaciones, teníamos ahora en cambio, una esperanza fuerte.
De la etapa final del embarazo les seguiré contando, Dios mediante, la semana que viene.
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marianorinaldi Ver todo
Periodista. Cronista.
Conduzco de "La Semana que Viene" programa que se emite por Radio Simphony.
También trabajo en el programa "En la trinchera" de Radio Led.
Fui Cronista de "El Exprimidor" (2002 hasta su finalización en 2019) reemplazando a Ari Paluch en la conducción en varias ocasiones.
Cronista de "El Rotativo del Aire" de Radio Rivadavia (entre 2001 y 2010).
Acreditado en Casa de Gobierno (2003/2018).
También Cronista y asesor parlamentario.
Realicé coberturas nacionales e internacionales como enviado por ejemplo al rescate de los mineros en Chile, Elecciones en España y Paraguay, Aniversario del Atentado de Atocha en Madrid entre otras cosas.