Nuestra historia de amor 19 «Nuestras últimas vacaciones juntos»
8:30 de la mañana. Verano con sol que calienta sin picar. La cabecita de Nina contra mi estómago y yo detrás de ella, esperando un coche en la puerta de casa. La memoria me lleva con descarnado realismo a poco más de un año atrás: primeros días de enero, el mismo sol, mismo lugar, la misma espera. Solo que esta vez, Andrea está con nosotros. Y no estamos esperando a un Uber desconocido para ir al servicio de salud mental del hospital de Vicente López para que nuestras terapias nos apuntalen por la pérdida de la más importante en nuestra familia, sino que esperamos al «cordobés» un remisero amigo, que nos lleva al aeroparque para comenzar nuestras hermosas vacaciones en Córdoba es decir: NUESTRAS ÚLTIMAS VACACIONES JUNTOS.

Me parece mentira que ya nunca más volvamos a prepararnos para esa maravillosa experiencia que era hacer un viaje los tres juntos.
Andrea, Nina y yo disponiendo todo para ir a un hermoso lugar, siempre buscado y preparado por mi amor, con esa dedicación que ella le ponía para hacer que nos sintiéramos los viajeros más felices del mundo.
Como sabía del amor y la pasión de Nina por los animales había encontrado una hermosa reserva natural en Capilla del Monte, donde con el Uritorco de fondo, tendríamos una semana para convivir con toda clase de bichos en una casa de granja en donde Nina cada mañana se despertaría con una alegría que no le cabía en el cuerpo para buscar al conejito que diariamente le dejaban para que ella cuidara.
Sabrá Dios cómo y por qué, de un año al otro, pasamos de ese viaje soñado a la pesadilla que estamos encarando ahora de esperar un coche en el mismo lugar y a la misma hora para ir a una terapia que trata de sanarnos de la pérdida más horrenda que puede sufrir un ser humano: el de su «otra persona» más importante.
En un principio me desesperó saber el «por qué», las razones, los motivos. Pero ya no: Ahora solo le pido a Dios y me conformo conque me ayude a encontrar aceptación y fuerza para sacar a Nina adelante como una persona feliz y de bien. Ya aprendí que los tiempos de Dios no son los nuestros y que las tragedias no solamente les ocurren a los otros.
Todavía sigo tratando de aprender a reemplazar la ansiedad y la alegría que me producía la cuenta regresiva de pasar unos días con ellas dos, por la resignación de comprender que podremos pasar unos días de vacaciones con Nina y junto a sus primos, gracias a mis hermanos y su gran apoyo. Pero ya no será lo mismo. Nunca más las vacaciones significarán la alegría de un viaje compartido por los tres.
«Vacaciones» en este caso será poder parar un poco, ya que desde ese nefasto sábado 20 de julio no he podido. Desde esa mañana en la que me explotó el mundo, porque «mi amor mi cómplice y todo», mi compañera, la madre de mi hija, la que soñaba el mundo conmigo, se fue sin preaviso. O mejor: Dios se la llevó, porque ella nunca nos dejaría.
Desde entonces no he podido parar mi cabeza. No conseguí dormir una sola noche de corrido. Ni despertame después de las 5 de la mañana.
Porque ella tuvo que irse, pero yo tuve que seguir viviendo: Por primera vez en 15 años Andrea y yo nos separamos por más un puñado de días.
Al día siguiente de su partida, en el velatorio, me di cuenta de que había gente de su empresa; es decir que había sueldos que pagar y alquileres por los que responder. Y yo tenía que hacerme cargo de todo lo que jamás en mi vida pensé, sin haber tenido siquiera una indicación de ella, teniendo que tomar decisiones y todo esto en el peor momento de mi vida.
Desde entonces he seguido como he podido: a veces bien a veces mal, con la ayuda y el apoyo de mi familia, de algunos amigos y de ciertos conocidos.
Ahora «vacaciones» significará estar por unos días todo el tiempo juntos con Ninita, nuestra hija: Viéndola también disfrutar con sus primos y sus tíos mientras yo trato de calmar mi cabeza para pensar un poco en nuestro futuro, en como ensamblar los pedazos de esta nueva vida que Dios ha decidido para nosotros dos.
Atrás quedan esas vacaciones soñadas que Andrea diseñaba con amor, pensando en cómo nos gustaría pasarla mejor a los tres: con lugares y situaciones maravillosas, pero fundamentalmente remarco «los tres» porque más allá de lo hermosas que pudieran ser las salidas, los lugares, los hospedajes y los destinos cuando estábamos juntos la pasabamos bien en donde fuera y cómo fuera.
Dios sabrá por qué a gente que siente así la alegría de estar junta, le deparó justamente una separación prematura y forzosa.
Yo tendré que transitar el duelo para tratar de que alguna vez, Nina y yo podamos volver a disfrutar unas vacaciones que puedan ser en algo parecidas a lo que su madre con tanto amor nos preparaba.
Mientras tanto, permítame por favor recordar algunas cositas de lo que fue el comienzo de nuestras últimas vacaciones, a principios de este mismo año, en enero de 2024 cuando el mundo todavía era un lugar feliz.
Hasta la semana que viene!
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marianorinaldi Ver todo
Periodista. Cronista.
Conduzco de "La Semana que Viene" programa que se emite por Radio Simphony.
También trabajo en el programa "En la trinchera" de Radio Led.
Fui Cronista de "El Exprimidor" (2002 hasta su finalización en 2019) reemplazando a Ari Paluch en la conducción en varias ocasiones.
Cronista de "El Rotativo del Aire" de Radio Rivadavia (entre 2001 y 2010).
Acreditado en Casa de Gobierno (2003/2018).
También Cronista y asesor parlamentario.
Realicé coberturas nacionales e internacionales como enviado por ejemplo al rescate de los mineros en Chile, Elecciones en España y Paraguay, Aniversario del Atentado de Atocha en Madrid entre otras cosas.