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Nuestra historia de amor 23: «De casas y casamientos.»

Cuánto más pasa el tiempo, más te extraño. Parece una frase hecha o un juego de palabras y sin embargo tiene toda la lógica: porque el tiempo nos va distanciando de la última vez en que hablamos, del último beso, de la última caricia. Todo lo que soy te extraña.

Unos días después de que Nina cumpliera su primer año empezamos a notar que estaba hablando más. Bueno… hablar lo que se «hablar» no: en realidad lo que nuestra Chini hacía en esos ataques de efusividad era pronunciar mayormente palabras comenzadas con la letra «T». Por esta razón con Andrea empezamos a llamarla «Totita» y este apodo íntimo, solo de los 3, sigue estando vigente hoy 7 años después.

Este período de nuestra hija se caracterizó porque interactuaba con nosotros cada día más: no solo trataba de hablarnos, además se movía por toda la casa.

Había dejado de ser ese «pescetito» al que dejabas acostado en su cunita y no se movía. Ahora había que tener mucho cuidado con todo lo que estuviera a su alcance, porque no caminaba del todo, pero se las arreglaba para estar en todas partes con una especie de andador que tenía.

Por esta época íbamos seguido a lo de la doctora Fortuna Nehmad, que era la pediatra de Nina y nos iba acompañando con su crecimiento.

La Totita amaba ir a visitarla, pero en parte creo que esto era por cómo le gustaban los juguetes que tenían en la sala de espera.

Uno de los paseos preferidos de Nina era dar vueltas manzana con el triciclo que le habían regalado los abuelos Rinaldi para su primer cumpleaños. Andrea era su «chofer» preferida!

También amábamos -la familia completa, perritos incluídos- ir hasta la plazita de Zufriategui y Fray Justo Sarmiento, en donde jugábamos los 5!

A la par de que notamos su crecimiento empezamos a pensar en que había que ir anotándola en algún jardín de infantes para tener vacantes el año próximo.

También la movilidad creciente de Nina sumada a sus dos perritos, nos ponía ante la realidad que los 30 metros cuadrados de la planta baja del PH en que vivíamos nos iban quedando cada vez más chicos. Máxime cuando la «practicuna» donde Nina pasaba sus días presidía el centro del living. Podríamos mudarnos?

Eran tiempos (cuándo no?) convulsionados en la Argentina y la polémica en torno a la inflación y el precio real del dólar complicaba el verdadero valor de las propiedades y cancelaba la posibilidad de créditos hipotecarios, pero nuestra casa en la que tan felices habíamos sido, nos iba quedando cada vez más chica.

La mudanza pasó a ser nuestro proyecto familiar más importante: recuerdo discusiones con Andrea por el desorden en nuestra casa que se terminaban cuando yo le decía: «no es que esté desordenado, es que no hay más lugar donde meter estar cosas». Pero como dije, era una época difícil.

Lo que sí pasó fue que los dos empezamos a realizar arduas búsquedas en zonaprop y cuando encontrábamos algo que nos parecía apropiado, íbamos a verlo.

El problema era que si algo nos llegaba a gustar… tampoco había con qué comprarlo: estábamos atados a la venta del departamento de Andrea y a la de la casa de mi madre, que tenía inquilinos adentro… sin contrato! Parecía «la tormenta perfecta».

Recuerdo un lugar en particular que nos gustó. Era a la vuelta de casa y estaba en los valores que manejábamos, tenía un gran jardín, pero no era una casa de familia, si no una especie de Pyme, por lo cual; o nos mudábamos a un loft, o había que reformular toda la casa. De hecho no tenía cocina!

El problema, otra vez era que no contábamos con el dinero, si no con dos propiedades: una a la venta y otra «por venderse» ni bien pudiese sacar a los inquilinos. Era frustrante sentir que «podríamos, pero no podemos».

Por meses cada vez que pasámos por esa propiedad a la vuelta discutíamos qué arreglos podríamos hacerle, cómo podríamos hacer para conseguir el dinero…

Un día el departamento de Andrea se vendió. Teníamos más de la mitad de la plata, pero aún faltaba la otra parte. Pensábamos todo tipo de opciones, desde préstamos imposibles hasta propuestas de canje de propiedades. Inviable!

Sin embargo, un triste día al pasar por el lugar nos encontramos con el cartel más temidoi: «Vendido». Fue un golpe para los dos, pero que nos sirvió para enforcarnos más.

Hice un acuerdo con el último inquilino que quedaba y le regalé dos meses para que buscara lugar y se fuera. Y así sucedió. Ahora si: había que vender la casa de mi vieja para poder mudarnos de una vez.

Pero nada es tan simple como parece, de esto seguiré contando otro día.

Por alguna razón ese 2017 fue año de casamientos… se casaban hasta los que ya estaban casados! como por ejemplo nuestros amigos Denise y Ox el vikingo.

Para Andrea, estas eran ocasiones especiales para vestir a su «muñeca» Nina. Así que cuando fue la fiesta… Nina parecía salida de «Downton Abbey»

Pero la de nuestros amigos no fue la única boda de esa segunda mitad de 2017: también mi querido primo del sur, Federico se casaría con «la gringa» su pareja de toda la vida. Ya tenían tres hijos y hacía años que vivían juntos, pero se casaban en Mar del Plata, donde vivían… y allí fuimos!

Otra ocasión para que Andrea jugara a las muñecas con Nina!

Llegamos a Mar del Plata justo en el momento en el que «se perdió» el submarino ARA San Juan: mediados de noviembre de 2017. Fue la primera vez de Nina en esa ciudad, con poco más de un año. Todo le llamaba la atención!

La sorpresa que no esperábamos era que en estos confines sureros… también el cura que casara a la gente en quintas o al aire libre fuera «nuestro» Padre Eduardo!!!

SI! el cura que había llegado tarde a nuestro casamiento, el que nos había casado a nosotros, a mi hermano Gustavo y a otros amigos! En ese lugar y en ese encuentro inesperado, conoció a Nina!

Fue una hermosa fiesta con mi familia materna, «los Gagliardi». Infelizmente y para desazón de Andrea que la estaba pasando bárbaro, debimos irnos temprano porque yo estaba para atrás con un virus. Nos perdimos el resto de lo que era un auténtico fiestón.

El día después de la fiesta y aprovechando que estábamos en «la Feliz» nos reencontramos con Sol, una vieja amiga de Andrea. (creo que ya les dije que ella tenía amigas en todas partes).

Así terminamos un finde de fiesta en Mar del Plata con una Ninita muy sorprendida con los lobos marinos «tuneados» para el festival de cine.

Nos despedimos pensando en que algún día podríamos volver con más tiempo.

Al volver me esperaba un final de 2017 agitado. El escándalo por un presunto abuso sexual del conductor del programa de radio en el que trabajaba hacía 15 años había crecido hasta niveles insospechados.

Terminaría ese año debiendo reemplazarlo en la conducción de su ciclo más exitoso, que sin que yo lo supiera, estaba cerrando esa etapa.

Vendrían unas fiestas muy raras, cargadas de angustia por lo que sería mi situación laboral al año siguiente, pero de todo eso hablamos siu dios quiere, la semana que viene.

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marianorinaldi Ver todo

Periodista. Cronista.
Conduzco de "La Semana que Viene" programa que se emite por Radio Simphony.
También trabajo en el programa "En la trinchera" de Radio Led.
Fui Cronista de "El Exprimidor" (2002 hasta su finalización en 2019) reemplazando a Ari Paluch en la conducción en varias ocasiones.
Cronista de "El Rotativo del Aire" de Radio Rivadavia (entre 2001 y 2010).
Acreditado en Casa de Gobierno (2003/2018).
También Cronista y asesor parlamentario.
Realicé coberturas nacionales e internacionales como enviado por ejemplo al rescate de los mineros en Chile, Elecciones en España y Paraguay, Aniversario del Atentado de Atocha en Madrid entre otras cosas.

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