Nuestra historia de amor 24: «Un final de año exprimido»
Este 2017 que tantas alegrías nos había dejado, no se terminaba de la mejor manera. El escándalo en torno a una denuncia de manoseo por parte de una sonidista de A24 jaqueaba la carrera periodística de Ari Paluch e indirectamente nos ponía a una veintena de personas al borde la pérdida del trabajo.

Recuerdo una de las tantas fiestas de fin de año que por entonces había. Una empresa anunciante me había invitado. En un momento de charla con colegas, una de las personas de prensa de la firma, copa de champagne en mano, me pregunta: «Y? se le fueron muchos anunciantes a Ari con este lío?» A lo que respondí con una evasiva, pero verdadera «La verdad es que yo estoy en la parte periodística, no en la comercial». Pero entonces la mujer remató: «Ahora que lo pienso, nosotros no vamos a estar el año que viene».
Ni falta que hacía, porque la verdad es que aunque todavía no lo supiera, pero lo imaginara, los casi 20 años de programa se verían interrumpidos abruptamente en 2018.

En ese momento tan difícil, Paluch se fue a un viaje por otro continente, supuestamente programado con antelación, pero que venía muy bien para descomprimir la presión que el caso había generado. Por eso fue que al regresar del viaje a Mar del Plata mi realidad cambió de los móviles, la calle y mis rutinas habituales al estudio de radio para hacer el programa. Esto que normalmente me encantaba y distinguía, en este contexto de mal clima, asambleas e incertidumbre se volvía tedioso: era muy áspero trabajar así.

En pleno kilombo por este cierre de año conduciendo el programa, tenía que lidiar con las reuniones con uno de los dueños de la productora que quería terminar el vínculo laboral de años (décadas en algunos casos) con un saludo y nada más. La gente estaba como loca. Y yo también, anque tenía que conservar mi cabeza lo más clara posible para no espantar al público que igualmente seguía escuchando el programa.

Andrea, como siempre, me bancó incondicionalmente. Ella me calmaba, con palabras, gestos y mimos. La vida con ella siempre era mejor. Eran días en los que esperaba ansiosamente la noche: el momento de parar el mundo un ratito con ella y tomarnos una copita de algo.

En medio de tan triste clima, al menos recibí un mimo: «Familias por la Vida» a través de Nilda Gómez me premió por mi trabajo acompañando periodísticamente a las familias sobrevivientes de Cromañon.
Fue una hermosa ocasión para saludar amigos como Gaby Carchak (nuestra celestina), Gabriel Michi, Mercedes Ninci y Gladys Cabezas.




Ese fin de año, como tantos otros, nuestros amigos Ox y Denise se fueron de viaje y nosotros fuimos a Beccar a cuidarles su casa, lo que era como mudarse a una mini quinta con parrilla, jardín y pileta.

Era raro ese largo viaje desde San Isidro al obelisco, de madrugada y de tarde para conducir un programa que amaba en medio de un clima que detestaba.

Sin embargo ahí estaba mi hermosa mujer apoyándome para no tener que pasar por esto solo:
con ella los problemas se diluían entre los dos. Con ella toda carga se alivianaba.
Además, Dios nos había premiado con una hija hermosa que pasaba por ese momento una de las más hermosas etapas entre bebé y niño: «Toddler» le dicen los gringos.
Cuando llegó la semana de las fiestas, Andrea se trajo a su madre a pasarlas con nosotros. Me recordaba a mi infancia cuando para esta época del año la familia se reunía y éramos por unos días una «gran familia». Acá éramos apenas 4, pero disfrutábamos de estar juntos. Y aunque fuéramos pocos, yo sentía que otra vez tenía una gran familia.
De esas fiestas de fines de 2017 les conté hace poquito en un posteo sobre nuestras fiestas juntos:
Ese año vino nuestra amiga Claudita con su mamá y Dani. Además -como siempre desde el nacimiento de Nina- estaba la «abu Marisa».

La cena se dio con total normalidad, muchas risas, comida rica… pero entonces sucedió lo inesperado: Se hicieron las 12, brindamos y empezó la pirotecnia (que por entonces aún era fuerte ya que la gente aún no estaba tan concientizada de los perjuicios para los chicos autistas y los perritos).
Claudita salió a fumarse un pucho a la vereda y entró rápidamente:

-«Afuera hay un perrito, de esos chiquitos como el de Susana. Está temblando muerto de miedo»
Lo fuimos a buscar y lo entramos. No era un «perrito» era una perra, que además tenía sus años y a pesar de ser de una raza cara (yorkshire) estaba bastante descuidada como si llevara varios días en la calle. No parecía haberse escapado ahora, pero estaba indudablemente mueta de miedo por la pirotecnia.
La mamá de Andrea comenzó a acariciarla. Hacía unos meses había perdido a «Beto» su compañero cuadrúpedo los últimos 15 años.
Ella sintió que «Beto» la veía triste y le mandaba otra compañera. Así que la adoptó bautizándola «Betty» en su homenaje. La perrita era divina y a la mañana siguiente ya estaba jugando con Nina.

Betty quedaría desde entonces como la perrita de la Abu




Al día siguiente, en navidad pasaron la tía y los otros abuelos para dejar los regalos que había traído «Papá Noel» a la casa de ellos.



Eran días agridulces, entre la alegría de las fiestas y la amargura de sentir que un trabajo, un programa que me había dado tantas satisfacciones y que había sido tan improtante en los últimos 15 años de mi vida, se estaba apagando y de una manera sucia y fea.
Año nuevo tambien fue festejado en la casa de nuestros amigos y como siempre en Andrea: con las mejores «galas»






El 2018 lo arrancamos recibiendo a «los Rinaldi» a pleno: Ahí llegaron primos, tíos y abuelos. Fue un almuerzo inolvidable! plagado de imágenes de esas que uno conserva siempre, que «viajan» con uno.





Más allá de la alegría del festejo, llegaba la confirmación más triste: no seguiríamos con «El Exprimidor» en 2018. De qué trabajaría? Además estábamos en «vacaciones». Qué vacaciones puede tener alguien sin trabajo? Si no trabajás, no son vacaciones… es desempleo!
Todas estas cosas pasaban por mi cabeza, entonces Andrea tuvo una idea: «Vos trabajaste mañana y tarde todo el año, necesitás descansar» y programó un viaje de una semana para ver a su padre en Merlo, San Luis. Lo más parecido a unas vacaciones que por aquel momento pudimos conseguir.
Ella mataba dos pájaros de un tiro: por un lado, Nina vería a su abuelo y ella a su padre. Por el otro, tendríamos unos días en otro lugar. Un cambio de aire.
Pero de esto y de qué trabajaría en 2018 les cuento -si dios quier- la semana que viene
Categorías
marianorinaldi Ver todo
Periodista. Cronista.
Conduzco de "La Semana que Viene" programa que se emite por Radio Simphony.
También trabajo en el programa "En la trinchera" de Radio Led.
Fui Cronista de "El Exprimidor" (2002 hasta su finalización en 2019) reemplazando a Ari Paluch en la conducción en varias ocasiones.
Cronista de "El Rotativo del Aire" de Radio Rivadavia (entre 2001 y 2010).
Acreditado en Casa de Gobierno (2003/2018).
También Cronista y asesor parlamentario.
Realicé coberturas nacionales e internacionales como enviado por ejemplo al rescate de los mineros en Chile, Elecciones en España y Paraguay, Aniversario del Atentado de Atocha en Madrid entre otras cosas.