Nuestra historia de amor 25: «Mueve la dama»
Este viernes que pasó fue el día de los enamorados: no se me ocurre otra fecha más nuestra. En tres días más será mi cumpleaños. Ya no habrá desayuno especial al despertar, tarjetita de Nina y regalito de las dos. Comparado con lo que perdí, esto es nada. Pero bueno, trato de verlo positivamente y pienso: de acá al 1er año ya pasaron todas las fechas fuertes. Me queda por delante aprender a vivir con tu ausencia física y tu eterna presencia desde otro plano. El amor no muere nunca.

Pasadas las fiestas y habiendo comenzado el año 2018 sin trabajo ni ahorros, Andrea una vez más arregló las cosas para que pudiésemos disfrutar unos días juntos. Su idea era viajar a la casa de su padre en Merlo, San Luis. Quizá por la edad de Nina aún bebota, o vaya a saber por qué, pese al momento adverso que vivíamos fue la visita a Cacho que más disfrutamos. Habría otras después, pero ya no serían lo mismo.

Cuando estaba bien, Cacho era un gran anfitrión al que le gustaba orgullosamente mostrar «su lugar en el mundo». Había elegido Merlo, en San Luis para vivir su retiro y terminar sus días.
Al estar con él, Andrea olvidaba cualquier posible reproche y trataba de recuperar el tiempo perdido desde chica, cuando su padre había elegido otros rumbos estando relativamente presente en solo algunos momentos de su vida.
Una de las cosas lindas de la casa de Cacho, más allá del paisaje de las ventanas con vista a las sierras de los Comechingones, era la cantidad de animales que tenía: Nina ya de chiquita era super bichera así que eso era algo que disfrutaba mucho: peces, gatos, perros, pájaros de todos los colores en el jardín y hasta caballos pasando por la puerta… para ella era todo un plan!



Fueron días de descanso, sobre todo de la cabeza, tratando de que no pasara un día sin que un pollito, un asado o algo rico dejara de caer en la parrilla. Cacho me respetaba como asador.

Días de muchos paseos por los lugares clásicos del pueblo: la Avenida del sol, el centro histórico o lo de Minerva Leyes en Piedras Blancas.










Ahí en Piedras Blancas estaba también un arroyito muy fresco que a Nina le encantaba
Ahí sacábamos la foto de nuestros pies. Disfrutábamos cada cosa que hiciéramos los 3 juntos, por simple que fuera!!!


Pero el paseo más lindo en ese viaje fue cuando Cacho nos llevó por su propio barrio «El Rincón» camino al filo de las sierras.

Después nos dejó solos para que recorriéramos y eso hicimos por un hermoso lugar con arroyitos.
Fueron unos hermosos días que me sirvieron para calmar un poco la cabeza y cargar las pilas.
Una vez más, a Andrea, su permanente compromiso y preocupación por mí la había llevado a acertar qué hacer para que pudiese sentirme un poquito mejor y empezar a dar vuelta el clima amargo de aquellos días.
Como casi siempre en nuestra historia, un mal momento económico mío se contrapesaba con uno bueno de ella y viceversa. Ahora eran ella y su empresa quienes bancaban mayormente a la familia.

Por eso al regresar a Buenos Aires me puse en campaña para buscar trabajo, pero a los pocos días, mientras decidía si accionar judicialmente o no contra mi hasta entonces empleador, él me llamó para decirme que volvíamos a trabajar: eso sí en un proyecto nuevo, menos horas, a empezar de cero… y por la mitad de la plata!
La inflación empezaba a dispararase y los precios variaban en un gran porcentaje de un año al otro. Ganar lo mismo ya era ganar bastante menos… imaginate ganar la mitad! Pero al menos era algo y era mejor que nada.
El nuevo programa sería en Milenium y lo conduciría Gustavo Tubio, colega y amigo al que habían llegado después de que gran cantidad de figurones y nombre estrambóticos le dijeran a la productora que no. Con Gustavo y su gente al menos pude trabajar tranquilo en esos días turbulentos.

Fueron tiempos que Andrea lamentaría el resto de su vida, pero no por mi problema laboral: su negocio estaba bien, en parte porque ella le ponía demasiado esmero. La hora pico de un spa era por la tarde -noche. Así que se iba de casa a las 2 de la tarde y regresaba a las 11 de la noche. Años después se lamentaría: «Me perdí mucho de Nina bebé… y eso no vuelve más».

Pero ella estaba lejos de ser una madre ausente. Y yo me ocupaba de Nina como siempre en nuestra base de trabajo: Los dos hacíamos todo. Así que cuando Andrea tuvo que hacerse cargo de la parte más importante de la economía de la casa, yo cuidaba a Nina, la paseaba, la bañaba, le daba de comer y esperaba a Andrea con la comida lista.
Nuestra manera de complementarnos llamaba la atención. Tanto así que cuando nuestras amigas Marcela Ojeda y Valeria Sampedro (las dos del «Ni una menos» original) pensaron en un programa especial de su «Mujeres de acá» para el día del padre, me convocaron como «ejemplo del padre que se complementaba en las tareas con la madre».

Como para darle autenticidad al asunto, siendo que su madre estaba trabajando, tuve que llevar a Nina al programa en Radio Nacional. Así que fue mimada por las conductoras.
Fue un tiempo raro en el que combinaba mi semi-empleo de medio sueldo y trabajo solamente por la mañana, con mi rol de padre a full desde el mediodía hasta la noche.
Lo peor eran las tardes: acostumbrado a salir a hacer móviles para la edición vespertina de «El Exprimidor» por 16 años, no podía quedarme en casa. Era como un síndrome de abstinencia.
Así nació «el trineo»: todas las tardes ponía a Nina en su cochecito y a los perritos atados adelante y salíamos a pasear por las hermosas calles de Florida.
Con el trineo (Nina, Fígaro y Titi) yo seguía buscando posibles casas por el barrio para mudarnos, porque la nuestra nos iba quedando cada vez más chica.

Sin embargo era una búsqueda basada en el deseo, porque la casa de mi madre no se vendía, y de haber aparecido algo potable -ya sin posibilidad de crédito hipotecario en el país- no hubiésemos podido comprarlo, como nos pasó con esa pyme que estaba a la vuelta de casa de la que hablé la vez pasada.

Pero todos los problemas se disolvían estando juntos. Un paseo aunque fuera a las hamacas de la plaza, alcanzaba para pasar una linda tarde en familia. También los tres disfrutábamos muchos de los juegos del DOT en donde Nina siempre, siempre daba un paseito con «su amiga Kitty»

Pero todos los juegos eran lindos! o al menos Nina quería probarlos a todos!
Así pasó medio año 2018 en una rutina calma, pero crispante por la falta de trabajo. Vendrían, como siempre en nuestra vida, cambio laborales. Pero había otras cosas en el horizonte: ver cómo destrabar la venta de la casa de mi vieja en San Isidro que necesitábamos vender para poder mudarnos, mientras el panorama económico del país se complicaba cada vez más: parecía que nos quedaríamos el resto de nuestra vida en el pequeño PH de Florida. Además, se acercaban los dos años de Nina y ya había que ir pensando en el colegio.
Pero de todo eso les hablaré, dios miediante, la semana que viene!
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marianorinaldi Ver todo
Periodista. Cronista.
Conduzco de "La Semana que Viene" programa que se emite por Radio Simphony.
También trabajo en el programa "En la trinchera" de Radio Led.
Fui Cronista de "El Exprimidor" (2002 hasta su finalización en 2019) reemplazando a Ari Paluch en la conducción en varias ocasiones.
Cronista de "El Rotativo del Aire" de Radio Rivadavia (entre 2001 y 2010).
Acreditado en Casa de Gobierno (2003/2018).
También Cronista y asesor parlamentario.
Realicé coberturas nacionales e internacionales como enviado por ejemplo al rescate de los mineros en Chile, Elecciones en España y Paraguay, Aniversario del Atentado de Atocha en Madrid entre otras cosas.