Nuestra historia de amor 28:  Casa nueva, vida nueva!

No lo podíamos creer! Se confirmaba la operación inmobiliaria y al fin podríamos mudarnos! Fuimos a visitar la que sería nuestra nueva casa una vez más para ver todas las cosas que le queríamos hacer: pasábamos de un PH de 60m2 en dos plantas, que nos tenía en realidad viviendo en los 30m2 de su living-cocina integrada a Otro PH mucho más grande, con 150m2 y terraza!

Alguien tendría que escribir un libro de cómo se vendían y compraban las casas hasta hace poco en nuestro país (estoy presuponiendo que ya no sucede más así, pero no lo sé): gente llegando con bultos sospechosos, sacándose dólares de entre la ropa, muchas veces acompañados por amigos o algún otro ocasional guardaespaldas…. Las operaciones se hacían todas al contado!

Esta verdadera cosa de locos parecía estar aceptada por todos. Y es que en realidad, otra salida no había!

Nuestro caso no fue la excepción, solo que como Andrea y yo priorizábamos la vida y no queríamos jugarnos las nuestras por una casa ni por nada, conseguimos mover la operación al banco del microcentro en dónde ella tenía guardados los dólares por la venta de su departamento de Palermo. Eso sí: la diferencia que pusimos encima tuvimos que llevarla dividida entre los dos en bolsillos secretos y toda clase de escondites: porque tampoco podíamos escapar a las generales de la Ley.

Al llegar nos encontramos con policías: resulta que la parte vendedora, que tenía que llevarse el dinero crash, tenía algunos de ellos en su familia. Así vivíamos.

Tras las contadas de billetes de rigor y las firmas necesarias nos entregaron un par de juegos de llaves. Uno de los familiares, de los que se habían opuesto a la operación, creyó conveniente decirnos todas las contras que la casa podía llegar a tener: no le dimos bola… estábamos felices!

Salimos corriendo a la nueva casa! Entramos y nos dimos un gran beso y nos abrazamos: era grande, pero acostumbrados a nuestra falta de espacio, era gigantesca! Esa misma tarde Andrea llamó a una arquitecta conocida para empezar con algunas reformas: íbamos a tirar la pared entre la cocina y el living para que fuera más luminoso y… “open concept”

No es solamente mostrar la que sería nuestra nueva casa: son también nuestras caras de ilusión, nuestra felicidad, nuestro proyecto juntos. No lo podíamos creer! Acá les dejo este videíto

Ese primer fin de semana vinieron “los Rinaldis” con mi viejo, su esposa y todos mis hermanos hicimos una ronda en el living todavía vacío y comimos unas empanadas… nuestra primera comida familiar en nuestra nueva casa!

Fueron días que parecían interminables: entre la ansiedad por ir viendo transformarse a la que sería nuestra nueva casa y los preparativos para la mudanza, los días no parecían pasar Mas!

Párrafo aparte para nuestra querida casa de Sahores: queríamos irnos porque no entrábamos más, pero… amábamos esa casita! Ahí habíamos pasado nuestros mejores momentos juntos! Ahí habíamos apostado todo o nada por nuestro amor y habíamos ganado! Desde ahí planificamos todo lo que éramos ahora. Desde nuestra primera vez, hasta nuestra hija, desde nuestro casamiento hasta los negocios de Andrea y mis trabajos. Ahí habíamos pasado cantidad de fiestas y celebraciones, recibido a todos nuestros parientes… por toda la casa había recuerdos hermosos! Pero había llegado el momento de irnos.

Tanto que deseábamos irnos… de dónde salía esta tristeza por dejar esta casita?

Tal vez de cuando a los tres meses de estar saliendo, esta misma casita nos acogió para empezar a formar nuestra familia…

Tal vez de cuando tras tanto soñarlo finalmente bajo su techo pudimos ser papás…

o Tal vez por tantas fiestas compartidas con seres muy amados que ya no estaban con nosotros…

O tal vez simplemente por cada momento de intimidad que disfrutamos en familia como si fuera oro en polvo…

O quizás… por todas esas cosas juntas!

Lo cierto es que era un cambio para mejor y aún derramando alguna que otra lágrima nos fuimos contentos a nuestra nueva casa con mucho trabajo de mudanza por delante!

El sábado 3 de Agosto de 2019, una semana antes de que Nina cumpliera los 3 años nos mudamos a nuestra nueva casa.

Al día siguiente se produjo un ritual de nuestra familia: los desayunos de domingo con huevos revueltos!

Nina (y a veces Andrea) al fin se podían bañar en una cómoda bañera!

Nuestra terraza aparecía todavía pelada, pero yo que sabía de la magia que era capaz Andrea decorando los lugares, ya soñaba con nuestro rincón de descanso, que con el tiempo se llamaría «Vilo Rooftop»

A las semanas finalmente se vendió la casa de mi abuela, cobré la parte de mi madre y el primer asado en nuestra casa nueva fue para agradecerle a la única persona que nos respondió prestándonos la plata para no perder esta casa que tanto nos había gustado. Fue una ceromia doble: primer asado con amigos y devolución del préstamo. Miro al cielo para volver a decirte una vez más: GRACIAS CLAUDITA!

Y de a poco se fue acomodando todo el kilombo en la casa… bueno, casi todo!

Y todos los habitantes fuimos reconociendo nuestros nuevos espacios

No teníamos cómo saber que apenas medio año después una pesadilla llamada pandemia y «cuareterna» nos encerraría en nuestra nueva casa: con Andrea no nos cansaríamos de agradecer que algo así no nos haya agarrado en los 30m2 superocupados de nuestra antigua casita. Ahora teníamos sol, aire, lugar… pero para eso falta, ya seguiremos hablando -si dios quiere- la semana que viene.