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Nuestra historia de amor 33: «Aparece una luz»

Ayer pasamos por el puesto de flores y Nina me dijo: «Te acordás de cómo le gustaba a mami cuando le comprábamos flores? ponía linda toda la casa». Nueve meses y medio después está volviendo a hablar de Andrea. No se imaginan qué logro que es esto.

Los meses seguían corriendo sin que la situación de encierro tuviese mayores modificaciones ni miras de cambiar. Llegando a la mitad de 2020 aún no veíamos una salida a la cuarentena. Los noticieros encabezaban sus ediciones con el número de muertos, como no sucedió por estos lares ni siquiera durante la guerra de las Malvinas. En este contexto, nuestra preocupación seguía siendo Nina, ya que pesaba sobre los menores en la provincia, una prohibición expresa de salida.

Yo pensaba: “Cómo puede ser posible que consideren que esté bien que pueda sacar a caminar a mi perro, pero no a mi hija”? Así que desde entonces, en un pequeño acto de rebeldía, cada vez que sacaba a los perros, Nina venía a pasearlo también.

Lo realmente impresionante es que para Nina, la paseadora paseada, la vuelta a la manzana era una especie de viaje por Temaiken.

A pocos metros de casa, en el jardín delantero de un vecino, había siempre un San Bernardo: para Nina era “El perro gigante”. Llegando a la esquina, otro vecino con ánimo emprendedor, engordaba un conejo. Este sí, era la estrella del paseo. Doblando la esquina, en un árbol cuyos frutos evidentemente les gustaban, siempre había varios loros comiendo. Llegando a la otra esquina, una vecina (arquitecta tal vez?) había hecho un estanque en donde nadaban varios peces naranjas y ya llegando a la esquina de casa, estaban los gatos que dominaban ese sector y cada tanto «ampliaban la familia» para felicidad de mi hija.

En cada una de estas “estaciones” se paraba Nina por las mañanas y las tardes a interactuar con todos estos animales. Nada parecía gustarle más. Desde entonces, para ella la pandemia cambió. Era tan simple como empezar a salir, pese a algún patrullero que otro que pasaba despacito mirándonos. Por suerte nunca nos cruzamos con nigún policía tan huevón como para decirnos nada.

UNA PEQUEÑA LUZ

Con la llegada de la mitad del año, las vacunas que se venían desarrollando contra el COVID-19 entraron en la 2da y 3ra fase y ya se hablaba de la posibilidad de vacunarse en un futuro no muy lejano si las cosas iban bien. Sin que nos matara de entusiasmo, empezamos a tener un poquito de esperanza. Era poco, pero era algo.

EL TRABAJO ESENCIAL

También llegando a la mitad de ese 2020, el trabajo que venía realizando hasta entonces de manera remota, requirió mi presencia: tuve que gestionar el permiso de circulación como trabajador esencial para ir a la radio y producir notas e informes para el programa de Ari Paluch que salía al aire por Radio Colonia desde el multimedios del grupo Fénix en Colegiales.

Así volví a mi rutina de arrancar a las 5 y volver a casa para almorzar. Pero para tranquilidad de Andrea, ya no eran móviles sino participaciones desde el estudio, producción y redes sociales, pero todo desde la radio.

Sin embargo para Andrea las cosas seguían mal: A la ida de su profesora más importante de yoga, seguían otros problemas: Ante el sexto mes de cierre obligado del negocio, ella quiso negociar con el dueño del local un precio menor para sobrevivir a la pandemia, algo que se hacía sobre todo en los rubros que estaban obligatoriamente cerrados y por lo tanto imposibilitados de facturar. Pero el hombre no entró en razones.Entonces Andrea, determinada a la supervivencia de su empresa se encontró con otra bomba: su socia no quería seguir, pensaba que había que cerrar y vender todo.

Toda rota físicamente, a la salida de la culebrilla, la sociedad se deshizo y repartieron los bienes: Andrea conservó 4 camas de pilates, convencida de que algún día podría reabrir otra vez.

Así era ella: fuerte. Su sonrisa y ternura contrastaban con su temple. Andrea no sabía lo que era rendirse y en ningún barco que ella timoneara la gente iba a quedar al garete.

Entonces tuvo una idea. Siempre tenía un conejo más en su galera. Por aquellos tiempos la gente -desesperada por el encierro- empezaba a hacer trabajos físicos al aire libre. Aún con frío, este era un entorno mucho más realista que el virtual para hacer gimnasia.

Paralelamente, por mis notas periodísticas, ella había visto que otros grandes perjudicados por la pandemia, lógicamente eran los hoteles que ya no contaban con turistas.

Para cuando la primavera comenzó, ella ya tenía cerradas las negociaciones para dar clases de pilates y yoga en las terrazas de dos hermosos hoteles de Palermo.

La vimos pelear tan duro y contra tantas adversidades, que una semana después de la llegada de la primavera, cuando celebramos su cumpleaños y para apuntalarla, le compré una torta que decía «Sos nuestra heroína» porque realmente lo era. Y Nina le sopló las velias!

El clima en casa fue cambiando: la rueda volvía muy lentamente a rodar. Ella estaba ocupada en cosas reales, solucionando temas concretos para volver a recibir a la gente. Las terrazas no eran la gloria, pero eran la supervivencia en medio de la pandemia.

HAY UN PLAN

Por octubre yo tuve una buena noticia: una locutora con la que había trabajado estaba armando la programación de una AM y me ofreció hacer la primera tarde.

Como yo venía haciendo las mañanas, me quedaba bien: salía del programa de Paluch en Colegiales y me iba al microcentro, donde estaba esta radio. Me acompañaría una locutora extraordinaria: Cami Zapico, con la que todo se hacía más fácil y que le aportaba al programa todo o que yo no podía sumar.

Para llenar esas tres horas, además de muchas columnas, hice muchas notas. Disponiendo yo de los tiempo y aprovechando que habían contratado a Hernán Calisti, un experimentado productor de Radio del Plata, aproveche para hacer probablemente las mejores notas de mi vida: Enrique Pinti, Lito Nebia, Estela de Carlotto, Pelusa Vera, Eduardo Aliverti, Milei, Carola Reyna, Diego Frenkel, Ángel Capa, Cacho Deicas de «Los Palmeras», Peteco Carabajal, Hilda Lizarazu, Carlos Ulanovsky y hasta el propio Paluch, entre otros muchosfueron algunos de los escogidos.

Mi oyente número uno era Andrea, quien se ponía la radio mientras trabaja reactivando su negocio desde las cenizas.

Al regresar a casa, como siempre hacía, me comentaba lo que más le había gustado y lo que no. Era una crítica severa, pero siempre me dejaba en claro su admiración por mi trabajo. Esa admiración era mutiua y en parte era una de las bases de nuestra relación. Los dos podíamos quedarnos mirándonos extasiados. Para mí ella era una gran empresaria, muy creativa, pero con una cualidad muy poco común en su rubro: era muy sensible y humana, incapaz de ser desconsiderada con la gente con la que trabajaba. Algo que me quedó claro tras su muerte, por el compromiso conque cada uno de sus profesores defendió a su empresa.

Para ella, yo era un gran periodista, que también tenía sensibilidad como para ponerme del lado del público y ver qué querían saber, que interesaba y además -según ella me decía- con un instinto especial para adelantarme a lo que vendría.

Pero no nos hagan mucho caso: éramos dos “tortolitos” enamorados.

Al llegar diciembre, la radio cambió de manos y de programas. Mi “Hay un plan” duró apenas tres meses, pero en ese contexto tan especial, dejó una huella indeleble en nosotros.

Pero ese diciembre no traía solo malas noticias: “Urban Lotus” había vuelto a latir y pese a los huracanes que había soportado, estaba vivo.

También ese diciembre trajo las primeras vacunas contra el COVID, lo que no significaba un tratamiento para los enfermos, pero… era la famosa luz a la salida del túnel! Al fin!

Pero de todo esto seguiremos hablando -dios mediante- la semana que viene.

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marianorinaldi Ver todo

Periodista. Cronista.
Conduzco de "La Semana que Viene" programa que se emite por Radio Simphony.
También trabajo en el programa "En la trinchera" de Radio Led.
Fui Cronista de "El Exprimidor" (2002 hasta su finalización en 2019) reemplazando a Ari Paluch en la conducción en varias ocasiones.
Cronista de "El Rotativo del Aire" de Radio Rivadavia (entre 2001 y 2010).
Acreditado en Casa de Gobierno (2003/2018).
También Cronista y asesor parlamentario.
Realicé coberturas nacionales e internacionales como enviado por ejemplo al rescate de los mineros en Chile, Elecciones en España y Paraguay, Aniversario del Atentado de Atocha en Madrid entre otras cosas.

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