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Pascua de RESURRECCIÓN

Hoy es pascua de resurrección y a la vez se cumplen 9 meses de la muerte de Andrea, lo que en buena parte equivale a decir: del fin de mi felicidad. Del fin de la vida en familia que teníamos. Es imposible trasmitir el peso de un duelo así de grande e imprevisto: es algo que no le deseo a nadie. Hasta acá he debido salir adelante como he podido por nuestra hijita que tenía siete años cuando esta tragedia nos atravesó la vida.

Pero también sigo peleando cada día para tratar de volver a encontrarle un sentido a la vida, porque no quiero ser un padre fantasma, alguien que apenas cumple las obligaciones para con su pequeña.

Y en esta búsqueda, el amor de Andrea, ese que me tiene ahora como muerto en vida, es el mismo que me sostiene y me empuja a seguir.

Es ese mismo amor de ella que velaba siempre por mi felicidad. Su amor que confiaba en mi fuerza si algo llegaba a pasarle a ella. Ese amor que de todo hacía placer, es el que no merece mi tristeza.

Este domingo se conmemoraban juntos, la pascua de resurrección y los nueve meses de la muerte de Andrea. Cuando Nina empezó a preguntarme por la pascua me di cuenta de que esta fecha siempre había sido importante en nuestra familia.

Terminé de darme cuenta de esto cuando la mamá de una amiguita de Nina me dijo que mi hija le había contado que este domingo el conejito de Pascuas venía a casa. Andrea había importado de una amiga de afuera, la costrumbre de esconder huevitos en la terraza, que Nina tras el grito de «pasó el conejo» salía corriendo a buscar.

Así que salí a comprar huevitos y conejos de chocolate para mantener la tradición lo más viva posible, aunque le faltara el alma de la fiesta, que para nosotros será siempre Andrea.

Anoche, ya con ocho años, Nina me preguntó: «Pa, el conejo de pascuas que trae huevos, existe de verdad?». Como muchas de sus preguntas me tomó por sorpresa. Le respondí que lo que existía era el amor de mami y papi que le dábamos los huevos al conejo. No me dijo nada y se durmió.

Esta mañana al levantarse, cuando grité «pasó el conejo» y ella fue corriendo a buscar los huevos, ya no lucía en su rostro esa sonrisa de otros años. Tampoco estaba su madre con su sonrisa inmensa y clara. Supongo que tampoco estaba ya la inocencia de Nina, esperando llegar a cruzarse con el conejo.

Tal vez sea un nuevo tiempo. Uno en donde el sol nos dé algo del calor que nos daba Andrea. Uno en donde la inocencia vaya dando lugar al crecimiento y a la esperanza.

Esperanza en una nueva vida que todavía hoy es invisible, pero estará algún día. Esperanza en que como en la pascua, una resurrección finalmente vendrá.

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marianorinaldi Ver todo

Periodista. Cronista.
Conduzco de "La Semana que Viene" programa que se emite por Radio Simphony.
También trabajo en el programa "En la trinchera" de Radio Led.
Fui Cronista de "El Exprimidor" (2002 hasta su finalización en 2019) reemplazando a Ari Paluch en la conducción en varias ocasiones.
Cronista de "El Rotativo del Aire" de Radio Rivadavia (entre 2001 y 2010).
Acreditado en Casa de Gobierno (2003/2018).
También Cronista y asesor parlamentario.
Realicé coberturas nacionales e internacionales como enviado por ejemplo al rescate de los mineros en Chile, Elecciones en España y Paraguay, Aniversario del Atentado de Atocha en Madrid entre otras cosas.

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