Nuestra historia de amor 36: «Hasta siempre, hermanito»

Hacia fines de marzo, principios de abril de 2021 las noticias eran agridulces: por un lado, nos sentíamos ya empezando a experimentar «la nueva realidad» con salidas con barbijo, sin compartir el mate y empapados en alcohol puro… pero cada vez menos encerrados. Por el otro, como para que no nos relajáramos ya se empezaba a hablar de «La segunda ola de covid».
En febrero, durante ese cumpleaños mío restringido que celebramos apenas junto con una pareja amiga y con Gonzalo, había quedado en ir a conocer su nuevo estudio – departamento. Cosa que felizmente hice a los pocos días, para celebrar su cumpleaños el 31 de marzo. Lo que yo no podía imaginarme de ninguna manera, era que esa sería la última vez que lo vería. Me acuerdo de que estaba contento porque iba a salir a festejar con sus hijos
Después de nuestro encuentro, me compartió con alegría las fotos del hermoso momento que había pasado festejando con sus tres hijos. Estaba feliz

Nuestro último chat fue de fútbol: elogiaba a la Pulga Rodríguez y me decía: «Cómo le iría en River, donde solo tendría que jugar y divertirse»?
Al día siguiente, recibí un mensaje de mi hermana: «Te enteraste»? Murió Gonzalo.
No lo podía creer. Pero a la vez no era del todo descabellado: en los últimos tiempos, algunos golpes muy personales le habían dado fuerte y su cuerpo era el reflejo del peso de la pena que cargaba.
Pero él era fuerte y asimilaba -o trataba de asimilar- y seguír: siempre para adelante y a mal tiempo, buena cara. Pero la procesión iba por dentro. Si bien la noticia me destruyó, no puedo decir que me sorprendiera del todo.
Eran tiempos de pandemia y no hubo velatorio: su despedida fue algo muy restringido a su familia más cercana. No pude despedirme en vida y nuestra última charla fue sobre un gran jugador de fútbol cuya malograda carrera no estaba a la altura de su talento.
Con él se iba la segunda persona que podía saber que me pasaba con apenas una mirada. Mi madre se había muerto en 2013 y solo él y Andrea quedaban desde entonces en la tierra con esa cercanía a mi alma.
Éramos amigos desde el primer día de primer grado, cuando nos sentaron juntos. Desde la primaria nos habíamos jurado no mentirnos nunca. Todo empezó una vez que uno le puso una excusa boluda al otro: «De ahora en adelante nos diremos siempre la verdad» dijimos.

En seguida aprendimos la doble dimensión que algo así tenía. Por un lado era liberador poder responder por ejemplo: «Si, habíamos quedado en salir, pero estoy cansado». Pero del otro lado, la contraparte de esto era que había que aprender a respetar la voluntad del otro sin cuestionamientos.
Fuimos mejores amigos y grandes compañeros en muchas aventuras: por años hicimos juntos artes marciales, tocamos juntos en bares y hasta en el conservatorio, nos fuimos de vacaciones «solos» por primera vez, nos escapamos de madrugada juntos a ver a Dolina y Castello cuando teníamos que estar durmiendo para ir al cole, nos rateamos…

Él vino al monumental conmigo y yo lo acompañé a Rosario para ver Ñuls… hasta llegamos a hacer radio juntos! Por muchos años él hizo una columna de humos con personajes como «Toti el periodincha» que parodiaba a muchos periodistas deportivoss que vemos por ahí o «Blanquita Descremada» con su columna de alimentación saludable. Y por supuesto… siempre con música!
Cuando encontré a Andrea y él vio el vuelco en mi vida y como todos los que me querían bien, la quiso en seguida. Y ella se supo sumar a nuestros momentos de madrugada.
Ante tamaña pérdida, ahí estuvo como no poía ser de otra manera, el amor de Andrea para abrazarme y contenerme. Ella me bancó en ese momento tan duro y ella fue la que me sostuvo.

En un mundo que se me iba achicando, ella era el horizonte. Andrea era la única que conocía mis secretos, la única capaz de darme vuelta como una media. «Mi amor, mi cómplice y todo». Y sobre ella me replegué, «hasta que el dolor se atenuara un poco». O al menos, eso pensé.
Hoy que ya no lo tengo, de tanto en tanto me duele su ausencia. Borges que decía que a diferencia del amor y los enamorados que necesitan verse permanentemente, la amistad podía prescindir de la frecuencia. Es decir que dos amigos podían no verse por un par de años, pero al segundo de reencontrarse ya estaban en la mayor intimidad. Hoy no puedo decir que su ausencia me atormente cada día, pero sí que daría todo por volver a compartir un asado, una madrugada, una serie o un partido con él.
Hasta el reencuentro, mi querido amigo! La semana que viene -si dios así lo permite- retomaré mi relato de nuestro amor con Andea. Dejo constancia sin embargo, de que pude seguir adelante pese a este gran golpe de perder a mi hermano de la vida, gracias al amor y a su apoyo de siempre.
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marianorinaldi Ver todo
Periodista. Cronista.
Conduzco de "La Semana que Viene" programa que se emite por Radio Simphony.
También trabajo en el programa "En la trinchera" de Radio Led.
Fui Cronista de "El Exprimidor" (2002 hasta su finalización en 2019) reemplazando a Ari Paluch en la conducción en varias ocasiones.
Cronista de "El Rotativo del Aire" de Radio Rivadavia (entre 2001 y 2010).
Acreditado en Casa de Gobierno (2003/2018).
También Cronista y asesor parlamentario.
Realicé coberturas nacionales e internacionales como enviado por ejemplo al rescate de los mineros en Chile, Elecciones en España y Paraguay, Aniversario del Atentado de Atocha en Madrid entre otras cosas.