Nuestra historia de amor 37: «Salimos de la maldita Pandemia!»
Y finalmente un día… nos vacunamos! Nos tocó la vacuna rusa, para escándalo de nuestros amigos más antiKs. Pero al menos eso que habían llamado “La nueva normalidad” estaba finalmente empezando!

si bien no había tratamiento, teníamos ya una vacuna contra el COVID que ayudaba a prevenir y atenuaba los efectos de quienes lo contraían.

Sin embargo la preocupación de Andrea estaba en otra parte: su madre, que vivía sola en un departamento de Once, tenía diversos problemas de salud, entre ellos, EPOC, lo que sumado a la edad la convertía en paciente de riesgo.
Debido a su discapacidad, tenía dos cuidadoras, que por el magro sueldo que recibían de su prepaga,se alternaban permanentemente. Andrea sabía que era gente muy humilde que llegaba desde lejísimos viajando en colectivo, por lo que estas personas estaban también expuestas a contraer COVID.
Si bien para la gente joven que mayormente estaba vacunada, el coronavirus se iba convirtiendo en la “gripezinha” anticipada por Bolsonaro, para una mujer con la edad y los problemas de su madre, hubiera sido letal. Milagrosamente, pese a la situación tan precaria, mi suegra nunca se contagió. Pero Andrea la pasó mal todo ese tiempo llamándola dos y hasta tres veces por día y yendo -en los momentos en los que se podía- a visitarla.
Digo “en los momentos en los que se podía” porque no sé si recordarán que cuando la temporada invernal de ese 2021 empezó, el encierro volvió. Y cuando ya pensábamos que el infierno estaba terminando, volvieron las restricciones y otra vez, la cabra al monte!

Fue un garrón importante volver al encierro. Andrea hizo otra vez de tripas corazón y se ocupó de Nina como solo ella sabía hacerlo: como una madre amorosa. Así me convertí en “el beneficiario” de los platos que cada día madre e hijita me preparaban.
Nina le había tomado el gustito a la libertad y a eso de estar con amigos. Pero en teoría no podía ni salir a la calle. Me dio mucha bronca verla sufrir. Andrea me vio y me dijo: “Sabés que en el chat de mamis están diciendo que en el club de al lado están dando clases de fútbol? Algunos compañeros de ella están yendo… No habrá algo para nenas?”
Le dije que si estaban sus amigos, Nina podía ir, que en esta generación chicas y chicos jugaban por igual al fútbol y que de hecho, ella desde chiquita pateaba en las plazas entre los demás gurises.
Andrea aceptó y la llevé. Las primeras señales no fueron muy alentadoras: el tipo de la puerta me preguntó a qué venía: “Para clases de fútbol” le dije.
“Pero es una nena!” Me respondió.
“Si, pero déjame hablar con el profesor a ver si puede entrar”. Por lo menos el tipo me dejó pasar. Al llegar mis temores se disiparon en seguida:
el profesor… era una chica!
Nina empezó con otra nena jugando, pero la chiquita se fue y en seguida quedó ella sola entre los varones. A veces alguno se hacía el piola.
Una vez, uno le tiró de la coleta del pelo y Nina se dio vuelta y le acomodó un tortazo. La profe la vio solo a ella y la sacó del partido y la retó. Pero yo después le hablé, para decirle que había estado bien, que nadie tenía que zarparse con ella. Lo dejo a tu criterio. Cosas del fútbol!
El día que finalmente, por la situación decreciente de los contagios, la segunda ola mermó y pudieron volver a clase. Como era «la noticia del día» mandé un móvil del canal a la puerta del Cole de Nina.
Pero por problemas de esos que nunca faltan en un canal, llegamos tarde y ya las mamis se habían ido. Era todo un problema porque el móvil tenía que salir sí o sí para un programa en vivo!
Andrea odiaba declarar en radio o TV, así que tuve que convencerla. Le dije que la chica que la iba a entrevistar era un amor y que la iba a ayudar. Y así… Andrea me salvó!
La genía de Montse Brizuela conversó un poquito con ella y la salida estuvo excelente. Eso si; en el canal solo Montse y yo sabíamos quién era la entrevistada, pero bueno… no mentimos! Era una madre del colegio y todo lo que dijo era así!

Pasaron los días de invierno, los chicos fueron volviendo cada vez con menos restricciones a las clases, quizás porque toda la sociedad se bancaba cada vez menos las restricciones! Además ya casi no quedaban reservas: en el fondo sería optar entre morir por covid o comido por los piojos… y contra el covid ya estábamos vacunados!
Ese agosto, en el cumple de Nina, los chicos volvieron a reunirse en un salón por primera vez desde que la pesadilla de la pandemia había empezado el año pasado. De a poco, aunque fuera una «nueva normalidad» la vida iba volviendo, porque el encierro no se bancaba más.
Y llegamos a ese fin de año, dejando atrás una pesadilla que nos había arrasado en 2020 y 2021.
Es cierto: algunos ya no estaban, todos habíamos perdido a un ser querido, un familiar o a un amigo. Los que sobrevivimos habíamos dejado atrás varias cosas: desde sueños y proyectos hasta negocios, trabajos y bienes materiales. Pero la pesadilla estaba terminando.
Con Andrea brindábamos por estar vivos, por estar juntos. Pero ciertamente era un brindis diferente a a aquel de febrero de 2020 cuando estábamos a punto de viajar a Brasil, celebrando las empresas a las que su negocio atendía y los anunciantesque mi programa de radio tenía.

Se acababa 2021 y nos íbamos metiendo en nuestra «Nueva normalidad». Se terminaba ese tiempo anormal en el que habíamos estado tan juntos y había que volver a salir a pelearla: pero de eso les hablaré -dios mediante- la semana que viene.
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marianorinaldi Ver todo
Periodista. Cronista.
Conduzco de "La Semana que Viene" programa que se emite por Radio Simphony.
También trabajo en el programa "En la trinchera" de Radio Led.
Fui Cronista de "El Exprimidor" (2002 hasta su finalización en 2019) reemplazando a Ari Paluch en la conducción en varias ocasiones.
Cronista de "El Rotativo del Aire" de Radio Rivadavia (entre 2001 y 2010).
Acreditado en Casa de Gobierno (2003/2018).
También Cronista y asesor parlamentario.
Realicé coberturas nacionales e internacionales como enviado por ejemplo al rescate de los mineros en Chile, Elecciones en España y Paraguay, Aniversario del Atentado de Atocha en Madrid entre otras cosas.
gracias