Nuestra historia de amor 39: «Cataratas de emoción»
Después de casi dos años encerrados por la pandemia y la economía de la pospandemia, nos hacía mucha ilusión volver a salir de vacaciones. Andrea, consciente de lo que disfrutaba Nina de estar con animales, había elegido un destino al que llamamos “La Selva”: Íbamos a un Hotel hermoso emplazado en un área que el gobierno de Misiones había dispuesto para el turismo, pero que tenía que permanecer agreste, es decir… La selva misionera!

Además -yo todavía no lo sabía- pero Andrea era de las personas que emocionaban literalmente hasta las lágrimas cuando estaba frente a las Cataratas.
Así fue que una de las primeras tardes de Enero de 2022 nos vimos de repente, rodeados por cuatro paredes verdes con el sonido y la vibración constante de la selva, que en lugar de encrispar, te calma.
En esa tarde de enero, después de ver dos años a Nina emocionarse con los animalitos que se cruzaba dando la vuelta manzana de casa, pude verla al fin corriendo una gallina en la tierra colorada.
El hotel era realmente un lujo: era una inversión del Sindicato Argentino de Televisión, pero lo administraba una cadena francesa top. Por lo que pagábamos tarifas sindicales, pero estábamos en un hotel que no tenía nada que envidiarle a los mejores de la zona.

Al ser un destino sin mar, nos preocupaba la pileta. Y la pileta resultó ser… extraordinaria. En seguida supimos que más de la mitad de esas vacaciones las pasaríamos ahí: comiendo cosas ricas, Andrea tomando tragos y yo cerveza, mientras Nina observaba con curiosidad un lagarto overo que vivía en la bomba de la pileta y cada tanto salía a pasear.
Otras veces, las gallinitas de una reserva guaraní que teníamos en frente, se nos aparecían a “pedir” comida.

También había a la vista chicharras, cuyo sonido maravillaba a Nina y también, unos peces de colores que estaban debajo del piso del Restaurant que era de vidrio.
Alternábamos los días de piletas con las salida de rigor: obviamente el Parque Nacional Iguazú, lugar en donde estuve incómodo por la cantidad de gente, al igual que Nina, pero Andrea…
Andrea se paró de frente a la garganta del Diablo y por su cara sonriente vi deslizarse unas lágrimas. Cuando le pregunté qué le pasaba, me respondió que desde chica, las cataratas la emocionaban.

Otro paseo inolvidable fue la visita a “Guira oga”. Esto era uno de los típicos hallazgos de Andrea. Sabiendo lo que a Nina le gustaban los animales, ella prefería no ir a zoológicos o lugares donde estuvieran en cautiverio, Nunca llevó a Nina a la rural: decía que a los animales era mejor verlos en su hábitat. Las granjas a lo sumo o Temaiken, eran su máxima concesión.
Pero Guira Oga era diferente: era un lugar de tránsito de fauna recuperada. Animales que habían sobrevivido a los cazadores furtivos y que estaban en proceso de recuperación para recobrar su libertad. Eso era diferente. Eso estaba en línea con el respeto que Andrea sentía por la vida y por nuestros hermanos animales.
Principios de enero al fin- los Reyes Magos nos sorprendieron en la selva. Y como Nina estaba obsesionada con ver monitos, el regalo estaba cantado.
Como siempre que viajábamos juntos, fueron días maravillosos: a diferencia de otras parejas, nosotros éramos felices compartiendo el día desde el inicio hasta el final: descansando, paseando… estando juntos! Y Nina mamó eso desde chiquita. Ella fue una fruta tangible y dulce del árbol de nuestro amor.
En la pileta, Nina se había hecho una amiga “Felícitas” con cuya madre, Andrea también trabó amistad. No conformes con jugar todo el día en el agua, solían juntarse a cenar cuando coincidíamos en el Restaurant del hotel.


Esa amistad no quedaría en Misiones: hasta el día de hoy seguirían viéndose en los cumpleaños de las dos. Cuando Andrea murió, nuestra primera salida fue con esa familia, que siempre siguió estando cerca, aunque no nos viéramos seguido.
Un día, como todo, esas vacaciones soñadas empezaron a terminarse: celebramos nuestra última tarde de pileta con una picada (ya que todavía nos quedaba algo de changuí en nuestra tarjeta “PreViaje”). Las caras de los 3, pero sobre todo la de Ella no dan lugar a dudas de que habíamos descansado y la habíamos pasado muy felices.
Como para que nadie dudara de dónde veníamos, Nina volvió en el avión con peluches de un mono y un búho.

Habíamos renovado las energías y a la vez… comprobado que esa puta pandemia que nos había encerrado y nos había cambiado la vida, estaba por fin retrocediendo. Más allá de tener que ir a todas partes con barbijos, al menos volvíamos a ser libres y sobre todo: volvíamos a casa con ganas de arrancar un año que se pareciera en algo, al que habíamos abandonado de prepo de regreso de nuestras vacaciones pasada de Brasil allá por marzo de 2020.
Sería este 2022 un buen año? de eso les hablaré -dios mediante- la semana que viene
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marianorinaldi Ver todo
Periodista. Cronista.
Conduzco de "La Semana que Viene" programa que se emite por Radio Simphony.
También trabajo en el programa "En la trinchera" de Radio Led.
Fui Cronista de "El Exprimidor" (2002 hasta su finalización en 2019) reemplazando a Ari Paluch en la conducción en varias ocasiones.
Cronista de "El Rotativo del Aire" de Radio Rivadavia (entre 2001 y 2010).
Acreditado en Casa de Gobierno (2003/2018).
También Cronista y asesor parlamentario.
Realicé coberturas nacionales e internacionales como enviado por ejemplo al rescate de los mineros en Chile, Elecciones en España y Paraguay, Aniversario del Atentado de Atocha en Madrid entre otras cosas.