Nuestra historia de amor 40: «El sombrero»
Mi amor: pasan los días, pasan los meses, se acerca el año, pero no pasa el dolor. Ya sé que lo que me reste de vida lo viviré sin vos. Si es que esto es vida y si esto fuera vivir. Veo las cosas que me gustaban, que nos gustaban y ya no tienen sentido: para qué soñar con un mañana, buscar un camino, encontrar un lugar hermoso… si ya no vamos a disfrutarlo juntos?

Volvimos de Iguazú a mediados de enero, Realmente se sentía extraño haber “quemado” mis días de este año al día 15 del mes 1, pero… realmente esos días habían valido la pena. Y cuando quise darme cuenta, ya me estaban celebrando mi cumpleaños a mediados de febrero.
Primero los tres y después… los dos como nos gustaba siempre celebrar nuestros cumpleaños.


También disfrutamos de esos últimos días de vacaciones, es decir: de Nina sin colegio. Ya podíamos ir al cine en los shoppings, eso sí: todavía había que usar barbijo!


Además, como lo habíamos hecho durante la pandemia, seguíamos usando la terraza: Verano al fin, nuestra pileta (era de Nina en realidad) se usaba cotidianamente!

por aquellos días ya era habitual la visita de Grizzy, el gatito de los vecinos. Ya se había convertido, aunque él no lo supiera en nuestra tercera mascota, o al menos, en nuestro invitado permanente!


El estudio nuevo “pospandemia” de Andrea funcionaba muy bien y mi trabajo en la tele “en blanco” también. Fue un tiempo de relativa calma después de la tormenta, eso sin olvidar siempre que estábamos en Argentina.
Andrea había tenido un duro golpe por aquella época de “nueva normalidad”: su padre, de quien se había distanciado justo antes de la pandemia en enero de 2020, había fallecido. Durante el encierro más de una vez me había dicho que quería llamarlo, pero aquella pelea había sido tan fea, que nunca pudo hacerlo. Ahora sabía que ya no podría. Al dolor de la muerte, había que agregarle el de saber que no podrían despedirse, que jamás podrían tener una charla para tratar de aclarar las cosas. Y eso le dolía.
Como dolía también el desprecio de la viuda, que no solo no había avisado de su muerte, sino que le negaba a Andrea cosas elementales, como devolverle las fotos de ella con su padre, o revelarle el lugar donde estaba su tumba.
Por eso, mi emprendedora hizo de tripas corazón y junto con su comadre Valeria, se irían hasta San Luis. Yo por acá me quedaría cuidando a Nina que era chiquita aún para quedarse sin sus padres por dos o tres días.
Una vez allí, lo dicho: la esposa de su padre no quiso decirle dónde estaba su tumba, así que Andrea perdió varias horas buscando sepulcro por sepulcro… hasta que lo encontró. Allí pudo -de alguna manera- despedirse de su padre.
Al volver notó con tristeza que en el viaje había perdido su sombrero: acompañante de mil batallas, que tantos kilómetros había recorrido con nosotros:
-“Se lo debe haber quedado de recuerdo tu viejo” le dije. Sonrió con tristeza y asintió.
Ya habría tiempo para nuevos viajes y encontrar un nuevo sombrero que le quedara pintado como el que había perdido, sería un desafío para resolver en el futuro.
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marianorinaldi Ver todo
Periodista. Cronista.
Conduzco de "La Semana que Viene" programa que se emite por Radio Simphony.
También trabajo en el programa "En la trinchera" de Radio Led.
Fui Cronista de "El Exprimidor" (2002 hasta su finalización en 2019) reemplazando a Ari Paluch en la conducción en varias ocasiones.
Cronista de "El Rotativo del Aire" de Radio Rivadavia (entre 2001 y 2010).
Acreditado en Casa de Gobierno (2003/2018).
También Cronista y asesor parlamentario.
Realicé coberturas nacionales e internacionales como enviado por ejemplo al rescate de los mineros en Chile, Elecciones en España y Paraguay, Aniversario del Atentado de Atocha en Madrid entre otras cosas.