Nuestra historia de amor 44: Bienvenido 2023!
El abismo se hace más oscuro, si fuese esto todavía posible, y empieza absorverme como las arenas movedizas, pero antes de que la tierra me trague… aparece clara y luminosa como vos, una señal tuya. Un milagro ha pasado. “Dios permite ciertas manifestaciones” me había dicho el Padre Eduardo. El abismo sigue estando igual de oscuro, pero algo ha cambiado para mí: llevo tu luz en mi pecho. El miedo ha desaparecido. No así el dolor.

Otro año comenzaba: Nina estaba a punto de empezar la primaria, así que optamos por tomarnos Enero. Mala elección! El mes más caro y populoso teñiría de multitud nuestras vacaciones. Pero a mi no me importaba nada: volvíamos a Río de Janeiro y en particular, a ese pueblito de interior en el que habíamos sido tan felices apenas unos días antes de que el mundo cambiara para siempre por la pandemia.


Los primeros días los pasamos en la bella Arraial do Cabo.
Me había preguntado mucho cómo sería la entrada a Peró. El lugar en Arraial do Cabo en donde estábamos quedaba apenas a 30 minutos de coche, así que el día antes del viaje nos acostamos temprano para estar bien al otro día, el de la entrada triunfal, el de la vuelta. Sin embargo…
Había idealizado tanto el regreso, que por mucho que me pesara, no sonaron campanitas, ni aparecieron angelitos o lucecitas de colores cuando entramos: el lugar parecía más terrenal de lo que yo lo recordaba. Ahora me doy cuenta de que es imposible competir contra la luminosidad de un recuerdo feliz. Así que de todas maneras, seguía siendo un lugar hermoso.
Sin embargo, debo admitir que al volver a entrar a “nuestra” habitación, la que tenía un balcón con vista al mar, esa donde habíamos pasado tantas noches maravillosas, ahí si: se me aflojaron un poquito las piernas.
Obtener esa ubicación fue todo un logro de Andrea, ya que nos decían que era para dos: la vez pasada, Nina era más chica y le habían puesto una cuna. Fue todo un trabajo fino de ella convencerlos de que el lugar era especial para nosotros, de que era esa habitación o ninguna y de que Nina, que ya no dormía en cunas, podría arreglárselas en el sofá: terminaron poniéndole una camita!
Sin embargo Nina estaba más crecida y ya no aceptaba irse a dormir antes que nosotros. Tampoco se contentó con la hermosa camita que le habían preparado. Así que empezó a dormir entre nosotros (como se había acostumbrado en la pandemia) en nuestra cama.
Ciertamente, estas vacaciones fueron muchísimo menos románticas que las anteriores, pero no por eso, menos felices.
Como para coronar esas vacaciones, compartir unos imborrables momentos con mi familia carioca: Rafa, Andrei, Dona Stella.Verla a Andrea integrada con ellos parecía un sueño hecho realidad. O tal vez lo era!
Verdaderamente inolvidable fue recorrer Niteroi con ella: tantas veces le había hablado de ese lugar! verla encantada con él al punto de decirme «la próxima vez no vayamos a Cabo Frío, vengamos directo acá» o a Nina mirando por el telescopio del mirador del «Parque da Cidade» desde donde salen las alas deltas era todo parte del sueño que soñaba despierto.
Porque no se me ocurre algo mejor que compartir los lugares amados con las personas amadas y disfrutarlos juntos. Pero de nuestro paseo por Niteroi hablaré algún otro día especialmente.
Pero también paseamos por otros lugares queridos del interior, como nuestro adorado «Passagem». Les dejo un videíto!
Y así, tras disfrutar unas maravillosas vacaciones juntos, volvimos al país, esta vez sin ninguna pandemia que nos corriera!
Lo que nos corría esta vez, era que Nina empezaba las clases. Pero antes tenía que someterse a una operación cardiológica: «Ductus» nada grave, nos decían..pero era el corazón!
Teniendo más miedo nosotros que ella, nos fuimos a la Suizo. Gracias a dios, todo salió bien. Nuestra Nina era muy valiente!



Nina pudo empezar su primaria normalmente y yo pude celebrar mi cumpleaños feliz, como todos los febreros desde que las tenía a ellas!

Mientras tanto, la «abu Marisa» estaba cada vez más cómoda en su nueva residencia. Fueron meses hermoso en los que compartíamos salidas a comer o tomar el te. Lo más lindo era ver cómo construía Nina un vínculo con su abuela, que hasta hace poco era distante y a la que veía cada tanto… Ahora todo era diferente!

Pero si algo he aprendido en este tiempo es el valor del presente: hay que disfrutar la cosecha del día, porque mañana… No sabemos si habrá un mañana!

Mientras disfrutábamos en familia nuestras salidas con ella (no hay más que ver la cara de Andrea) no podíamos imaginarnos que todo cambiaría en apenas algunos meses. Pero de eso les hablaré -dios mediante- la semana que viene.
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marianorinaldi Ver todo
Periodista. Cronista.
Conduzco de "La Semana que Viene" programa que se emite por Radio Simphony.
También trabajo en el programa "En la trinchera" de Radio Led.
Fui Cronista de "El Exprimidor" (2002 hasta su finalización en 2019) reemplazando a Ari Paluch en la conducción en varias ocasiones.
Cronista de "El Rotativo del Aire" de Radio Rivadavia (entre 2001 y 2010).
Acreditado en Casa de Gobierno (2003/2018).
También Cronista y asesor parlamentario.
Realicé coberturas nacionales e internacionales como enviado por ejemplo al rescate de los mineros en Chile, Elecciones en España y Paraguay, Aniversario del Atentado de Atocha en Madrid entre otras cosas.