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Nuestra historia de amor 45: Cambios fuertes.

Si mal no recuerdo, la semana pasada terminé hablando del valor del presente. Viene a Cuento porque durante el año que sigue, Es decir de entre mediados de 2023 a mediados de 2024 será una figura que se repetirá mucho en mi vida: valorar todo lo que tenía porque el destino me demostraría que lo que daba por sentado, mañana podría no estar más, sin importar lo fundamental y necesario que fuera en mi vida.

Al regreso de nuestras vacaciones, Nina había comenzado su primer grado de manera feliz para todos: para ella primeramente, pero sobretodo para nosotros sus papás.

También su abuela estaba orgullosa. Abuela a la que ahora visitaba entre una y dos veces por semana. Esto pasaba desde que Andrea se la había traído a vivir a un geriátrico a pocas cuadras de casa después de que una de las «cuidadoras» la golpeara y la dejara tirada para robar en su casa.

Así las cosas Andrea había tenido que aceptar la idea de que era preferible tenerla cerca y poder cuidarla, viéndola más seguido, aunque estuviera en un geriátrico que para ella era como una especie de traición. Realmente abando hubiera sido dejarla en su casa, librada a la mano de Dios o de supuestas cuidadoras que en realidad no eran tal cosa.

Si bien en un principio Marisa nos había odiado por esto, con el paso del tiempo fue cambiando de idea, dándose cuenta de que ya no tenía que preocuparse por un montón de cosas que formaban parte de su cotidianidad, como por ejemplo: pagar las cuentas, comprar los remedios, o simplemente ver qué iba a comer ese día.

Una de las cosas que más nos llamó la atención, sin embargo fue su mejoría casi instantánea. Ahí nos dimos cuenta de la sencilla razón que la motivaba: por primera vez en muchos años, estaba recibiendo la medicación recetada en tiempo y forma. Tan sencillo como eso!

Antes se la administraba ella misma, siendo que no veía y que las cuidadoras no tenía ni idea, ni interés en si realmente tomaba o no sus remedios.

En ese nuevo clima de bienestar, cuidado ahora si verdadero y salud, pudimos festejarle el cumpleaños en familia: Andrea le pagó a una de las enfermeras del geriátrico que además era repostera, para que le hiciera una torta.

Y ahí rodeada por sus nuevas compañeras, festejamos. Nina en persona les llevó la torta a cada una de las señoras. Ahí estaba la mano de Andrea.

Contenta, bien alimentada y medicada, Marisa cambió para bien y pasó a ser una persona mucho más presente.

Le mejoró el carácter y siempre estaba pendiente a la espera: dispuesta para recibir y salir a pasear con su hija y su nieta.

Nos tomamos la costumbre entonces de ir entre una y dos veces por semana los tres a visitarla. Una vez por lo menos a tomar un café con leche con medialunas en un bar que justo se había abierto en la esquina y que era bueno y barato o si no a almorzar el sábado o el domingo los cuatro juntos.

Mi Google Fotos registra una colección de estos momentos compartidos con un Andrea siempre sonriente de ver a su mamá mucho mejor y con Nina y su abuela mucho más cercanas que antes.

Pero cuando parecía que todo iba estar mejor, que así seguiría por mucho tiempo y que al fin podríamos disfrutar de Suegra madre y abuela… pasó algo inesperado.

El teléfono de Andrea sonó en la madrugada. Nunca se trata de una buenas noticia un teléfono sonando de madrugada en la casa en una casa de familia y esta no era la excepción.

Andrea atendió inmediatamente y en el rostro ya se le notaba el temor y la preocupación. La vi levantarse vestirse le pregunté qué pasaba: «Mamá está saturando mal, no está respirando bien. Están llamando a la ambulancia y probablemente haya que internarla. Tengo que ir al geriátrico porque necesitan un familiar para poder moverla».

En la desesperación de la noche y le dije «Voy con vos» pero enseguida me negó con la cabeza y me dijo «Vos quedate cuidando a Nina».

Me quedé con los ojos abiertos sin poder siquiera tratar de dormir. A la hora recibí un llamado de ella llorando: «Me están diciendo que está muy mal, que entre a despedirme»

Imposibilitado de moverme, con Nina durmiendo en su cuarto… qué podía decirle? qué podía hacer? Solo atiné a decirle que rezaba por ellas dos.

Esa madrugada inolvidable fue la del 8 de agosto de 2023: lo recuerdo porque fue justo un día antes del cumpleaños de Nina.

Felizmente a la mañana siguiente y pese ala «despedida» que le habían hecho hacer a Andrea, Marisa seguía viva. Y así seguiría. Por entonces no lo sabíamos, pero si bien saldría de esa internación, ya no volvería a ser la misma: la época de tenerla lúcida y relativamente bien para compartir momentos en familia había durado casi un año.

Andrea pudo estar en el cumpleaños de Nina. TAMPOCO LO SABÍAMOS, PERO ESE SERÍA EL ÚLTIMO CUMPLEAÑOS DE NUESTRA HIJA CON ANDREA PRESENTE CON NOSOTROS.

Pero no todos los cambios fueron malos en ese momento de nuestras vidas: Andrea siempre había querido tener un cachorro y como veíamos que Fígaro sin Titina había quedado muy solito, me encargó que le pidieramos a nuestro amigo el encantador de perros argentino «Pampita» Montenegro que nos avisara cuando hubiese alguno.

Y el llamado de Pampita no tardó en llegar: Así conocimos a Cande, que había rescatado a una perrita que parecía enferma y al ratito empezó a aclarar la cosas: no estaba mal si no parturienta y en pocos días esa perrita era una mam´+a con una entera camada de cachorros a la que apodaron «de guantes blancos» porque todos tenían las manitos de ese color.

Así llegó Fiorella a nuestra familia: Nina y Andrea estaban felices (pese a mi advertencia de que nos destruiría un montón de cosas)

Pero a ellas dos esto no parecía importarles…

Aunque ciertamente Fiorella no se portaba bien: al tiempo destrozaría las zapatillas nuevas de Nina y la mesa ratona de madera que acababa de comprar Andrea…

Por aquellos días, nos visitó Guillermo, el hermano de EEUU de Andrea, también perrero como ella: y Fio se la pasó a Upa!

Así pasamos la segunda mitad del 2023 por un lado preocupados por la salud de Marisa, la madre de Andrea, que había salido del sanatorio, pero nunca llegaba a reponerse y volver a la situación en la que estaba antes de esa internación.

Por el otro felices con Fiorella, nuestra cachorrita que crecía y pese a romper todo era muy cariñosa. Así Andrea empezó a planificar vacaciones para 2024 a un lugar maravilloso: había encontrado una reserva a los pies del Uritorco con gran cantidad de cosas para hacer y unos hermosos lugares para quedarse, pero sobre todo… con una granja: ideal para Nina que amaba a los animales. Pero de todo eso les hablaré -Dios mediante- la semana que viene.

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marianorinaldi Ver todo

Periodista. Cronista.
Conduzco de "La Semana que Viene" programa que se emite por Radio Simphony.
También trabajo en el programa "En la trinchera" de Radio Led.
Fui Cronista de "El Exprimidor" (2002 hasta su finalización en 2019) reemplazando a Ari Paluch en la conducción en varias ocasiones.
Cronista de "El Rotativo del Aire" de Radio Rivadavia (entre 2001 y 2010).
Acreditado en Casa de Gobierno (2003/2018).
También Cronista y asesor parlamentario.
Realicé coberturas nacionales e internacionales como enviado por ejemplo al rescate de los mineros en Chile, Elecciones en España y Paraguay, Aniversario del Atentado de Atocha en Madrid entre otras cosas.

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