PRESENTE! Aldo Garrido, el policía de San Isidro.
San Isidro era su destino. Lo usual era encontrarlo por las calles céntricas que rodean al mástil: ese era su territorio, ahí conocía cada palmo. No me atrevería siquiera a especular cuántas veces habrá recorrido esas calles en los 27 años que pasó en la ciudad, de los 31 de servicio que brindó en la policía. Cruzar la zona del mástil era cruzarse con él, era dar y recibir un saludo:
-Garrido
-Presente!
Cuántas veces habrá hecho “el rondín” por esas calles? Cuántas veces habrá pasado por Chacabuco entre Belgrano y 9 de julio? Habrá pensado alguna vez que ese paisaje tan suyo sería el del final? No sé si lo habrá pensado, pero estoy seguro de que no le sorprendería saberlo. Como a nadie, o al menos a ninguno de los que los conocimos, nos sorprendió lo que pasó, porque Garrido no era una figura decorativa, combinaba su cordialidad con la aspereza que el oficio de policía suele tener. Era como dijo alguien: «Un hombre orgulloso de su uniforme, que vestía de autoridad a una persona amable».
El del final no fue el primer episodio en el que Garrido se involucró para cuidar a los vecinos. Por eso, ese 17 de febrero de 2009 no habrá dudado en entrar en acción. Que él hubiese empezado a tramitar su jubilación, que su retiro estuviese a la vista, no le hizo mover ni un milímetro de su conducta habitual. Y ahí fue Garrido a ver qué pasaba en el local de Kevingston, ya que su oficio de décadas de experiencia, le advertía que algo no estaba bien.
La tarde gris del 17 de febrero de 2009 todos los que lo conocimos no pudimos esquivar la tristeza. Los sanisidrenses sentimos que nos quitaban algo nuestro, algo querido. Como si nos bombardearan la catedral.
Porque ese hombre ya no era solo un hombre, era para muchos de nosotros la confirmación de que todo estaba tranquilo, de que todo estaba bien, porque él andaba cerca.
Cuando Garrido fue asesinado, los vecinos se reunieron espontáneamente en el lugar. Y al cumplirse el primer año, unas dos mil personas lo recordaron con velas.
Después, muchos donaron llaves, con los que se hizo un busto que se colocó a metros del lugar del hecho. Y esa calle fue rebautizada como «Capitan Aldo Garrido», pero cualquier homenaje post-mortem es poco para alguien como él.
No fue apenas un ícono para los de mi generación, ni mucho menos: Garrido ayudaba a cruzar la calle a mi abuela, que lo conocía como tantos otros jubilados a los que cuidaba cuando cobraban su jubilación en los bancos de su zona.
Para mí era al principio el policía que me saludaba cuando era chico e iba caminando al colegio. De grande ya fue «Garrido». Siempre ahí, siempre presente. Mucho más que una imagen: una presencia protectora.
Pero el recuerdo de este policía no es algo personal: comerciantes, vecinos, pibitos… Somos muchos los que siempre te vamos a recordar.
Gracias Garrido PRESENTE!
«A veces cuando no hacíamos plata, nos daba plata, era re bueno el chabón» dice el pibito recordando a Garrido el día después de su asesinato
La voz de Garrido
Escuchá la nota que le hicieron meses antes de su asesinato en el programa «Ceca y cara» de Radio Simphony
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Video realizado por canal local en 2015
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marianorinaldi Ver todo
Periodista. Cronista.
Conduzco de "La Semana que Viene" programa que se emite por Radio Simphony.
También trabajo en el programa "En la trinchera" de Radio Led.
Fui Cronista de "El Exprimidor" (2002 hasta su finalización en 2019) reemplazando a Ari Paluch en la conducción en varias ocasiones.
Cronista de "El Rotativo del Aire" de Radio Rivadavia (entre 2001 y 2010).
Acreditado en Casa de Gobierno (2003/2018).
También Cronista y asesor parlamentario.
Realicé coberturas nacionales e internacionales como enviado por ejemplo al rescate de los mineros en Chile, Elecciones en España y Paraguay, Aniversario del Atentado de Atocha en Madrid entre otras cosas.