Nuestra Historia de amor 2: El Compromiso

Hoy se cumplen 7 semanas de tu partida y sin embargo no puedo tenerte más presente. Te pienso y te siento desde que me despierto hasta que me acuesto. Y acostado también. La noche del jueves escuché al genial y querido Angelito Di María en el homenaje que le hicieron en la cancha de River Plate: al momento de hablar dedicó agradecimientos a las personas vinculadas con su carrera, pero cerró diciendo «A la persona más importante de mi vida y mis dos preciosuras». Parafraseando al Fideo debería decir que agradezco a Dios por la persona más importante de mi vida, aunque me la haya arrancado tan pronto. Me queda sí, para seguir, nuestra preciosura. Y es que lo que nos pasó no estaba ni en mis peores pesadillas. Sin embargo ahora es un hecho consumado. Me cuesta muchísimo seguir, pero la tengo a Nina, que lleva tu sonrisa puesta en la cara.

Así las cosas, he querido ya desde la semana pasada, cambiar el tono en estos posteos para poder dejar un recuerdo que haga honor a lo que fuiste en vida: una energía  que alumbraba, un fervor siempre para adelante. Necesito, aunque duela hasta el hueso, dejar testimonio de algunos de nuestros hitos en la felicidad que compartimos.

Por eso quisiera retomar mi relato anterior en el que hablé del comienzo de nuestro amor y de nuestra convivencia, para contarles hoy del brevísimo tiempo que duró nuestro noviazgo… hasta que por fin nos casamos!

Como les dije anteriormente, en 4 meses pasamos de nuestra primera cita a vivir juntos. Ese diciembre de 2009, mes alegre de veranito y celebraciones, atestiguó nuestros primeros días de convivencia. Mañanas luminosas, desayunos compartidos, cenas de brindis y noches largas. Recuerdo que pasamos las fiestas con nuestras familias. Así de rápido, casi sin darnos cuenta, ya éramos una pareja.

Ese verano dividimos las vacaciones en dos mitades: una semana sería en Merlo San Luis, lugar desde donde hacía décadas vivía Cacho Escalada, el padre de Andrea.

Cacho era un director de TV retirado con muchos años de trayectoria. Había empezado en Canal 13 con Goar Mestre siendo de los primeros camarógrafos en la época en que se necesitaban tipos grandotes “que pudieran aguantar las cámaras”. Después fue director llegando a trabajar con Pepe Biondi, Tato Bores y Pipo Mancera entre otros muchos. Eso sin contar las ficciones que dirigió, lo que le valió relacionarse con muchos miembros del ambiente artístico.

Por ejemplo Andrea contaba que de beba muchas veces estuvo a upa de Darin quien era por entonces un adolescente, ya que sus familias eran amigas. También tenía recuerdos de Bergara Leuman y de muchos otros. Además, ser la hija de un director le daba ciertas ventajas, como haber tenido a Margarito Tereré en un cumpleaños, a Carozo y Narizota tomando la leche en casa y hasta haber conocido al entonces púber Ricky Martin siendo extra en una novela de Menudo.

Ese primer verano juntos conocí a Cacho y a su esposa: fue una semana hermosa en la peculiar villa de Merlo.

A la semana siguiente, atravesamos Buenos Aires y seguimos directo a la costa, para llegar finalmente a Ostende, donde nos albergamos en un hermoso lugar que se llamaba “Foto de Mar” y que tenía un deck que daba directo a la playa, es decir que no necesitábamos carpa ni nada: comíamos “en casa” mirando el mar, y si queríamos arena o agua salíamos unos metros.

Fueron dos semanas en las que al encanto de estar juntos se sumó la paz del descanso y la avidez por compartir momentos especiales en lugares hermosos.

Viajar en adelante sería una de nuestras actividades preferidas: para Andrea los viajes comenzaban desde la planificación (nunca me llevó a un lugar feo o aburrido, independientemente de lo que costara, porque ella todo lo averiguaba y planeaba con esmero). Además para ella los viajes no terminaban al regreso: seguía meses después editando hermosos videos que hoy son un tesoro que guardo para que Nina conserve el recuerdo y la frescura de su mamá.

Pero no todo era sol y verano en nuestro horizonte de aquellos días: desde que estábamos juntos venía viendo los problemas de Andrea para mantener a flote su empresa debido a la situación conflictiva con quien era su socia: Disconforme con la relación entre el dinero invertido y las ganancias que el negocio producía, esta persona que hasta ahí había sido una de sus amigas más cercanas, había intentado primero venderle su parte compulsivamente. Después y ante la imposibilidad de Andrea de comprarle la otra mitad de la empresa, había comenzado una serie de acciones bastante hostiles que iban desde abandonar su responsabilidad en la atención al público la mitad del tiempo laboral, hasta retirar computadoras y bienes que estaban afectados al directamente al funcionamiento del local sin importarle en lo más mínimo las consecuencias o peor: buscando el cierre forzado del negocio que según Andrea estaba en crecimiento y necesitaba lo contrario, es decir más esfuerzo y dedicación. Fueron días muy duros. Noches de mucha preocupación que atravesamos juntos.

Recuerdo que una vez, el día antes de tener que hacer frente a honorarios de profesores y masajistas, su ex amiga y socia en conflicto le hizo un retiro de fondos de la cuenta dejándola sin el dinero que precisaba para pagar sueldos. Andrea se preocupó mucho porque ella era diferente de los empresarios que yo había conocido en medios: tipos que primero retiraban lo que consideraban “de ellos” y después veían cómo le pagan a los empleados, cosa que rara vez concretaban en tiempo y forma.

Andrea era al revés: ella pensaba primero en su gente. La vi tan preocupada que ni lo dudé: agarré los ahorros que tenía y le dí la plata que necesitaba para pagar junto con una notita que decía: «Amor, cumplí con la gente que a nosotros el cielo se nos abre. No tengas miedo”. Esa nota quedó desde ese día y para siempre como una foto o una estampita guardada en su billetera. Y allí –tantos años después- la encontré hoy para sacarle una foto.

Finalmente y tras varios meses de lucha en los que Andrea contó con el apoyo de su madre que se puso como una leona a su par a atender a la gente en el turno que le hubiera correspondido a su socia, tuvo que cerrar «Chakra Mio» primer negocio.

Fueron días durísimos los que siguieron: pasó de ser una empresaria súper activa, con una empresa a la que consideraba su hija, a quedarse bajoneada en casa por un cierre que no correspondía ni que ella había decidido. Pero por suerte esta etapa durarìa solo unos meses.

Tan duro había sido el fin de ese verano, que mi cumpleaños habìa pasado ese febrero inadvertido. Se trataba de mis cuarenta… un cambio de década!  En la cabeza de Andrea era impensado que no se festejara una fecha así. Pero ese verano había sido un caos!

Unos meses despuès, en un sábado de invierno por la tarde, me dijo que una amiga de ella que vivía en Palermo hacía un “Pizza-Party” y estábamos invitados. Le dije que no tenía ganas, que estaba cansado, que no me sentía bien. Su cara se volvió seria. Insistió,  Insistió,  y volvió a insistir. Tanto insistió que le dije: “Bueno, vamos pero me siento por atrás, no figuro mucho y nos volvemos temprano”. Grande fue mi sorpresa cuando al entrar al salón se apagaron las luces. De repente se escucha a la gente entonar el feliz cumpleaños. Y cuando llega el momento del nombre… Me nombran a mí! A mí que toda la vida había cumplido en carnaval, me estaban festejando en invierno… No entendía nada! Cuando se encendieron las luces pude ver una sala llena de gente que me miraba, aplaudía y gritaba: “Feliz cumpleaños!!!!”

De repente vi juntas caras de amigos del colegio, de la vida, del periodismo todos juntos con primos y otros familiares… Era cierto!  Me estaban celebrando a mí! Cuentan quienes vieron mi cara que el asombro duró unos cuántos minutos.

Así era Andrea: no se había quedado con las ganas y no iba a permitir que un problema laboral arruinara mi festejo. Es más: cómo no hacía tanto que nos conocíamos había establecido complicidades con amigos míos de distintos ámbitos para asegurarse de que no faltara nadie importante. Y la fiesta –única fiesta sorpresa de mi vida- fue un suceso muy recordado entre el periodismo callejero por muchos años!

Volviendo al trabajo, les había contado que el momento bajón post cierre de “Chakra Mio” no duró mucho: resultó que una alumna de su anterior negocio le propuso asociarse para abrir otro nuevo y mejor. Andrea pondría su expertise y creatividad mientras que su nueva socia sería capitalista. Así, en de septiembre de 2010 nació «Urban Lotus»  su empresa actual. Su última empresa.

Apenas unos días antes sucedería otro hito que marcaría para siempre nuestra relación: el fin de semana del 28 y 29 de agosto de ese 2010 y como parte del festejo de nuestro primer aniversario juntos (porque pese a tantas cosas vividas juntos, apenas hacía un año de nuestra primera salida), la llevé a conocer uno de mis lugares preferidos de entonces: Colonia. No podía creer que una persona que había viajado tanto como ella no conociera ese rinconcito frente al Rio de la Plata y Buenos Aires. Para mí era un honor ser su guía en ese viaje.

Yo que siempre había soñado con albergarme en una de esas posadas de época de la Ciudad Antigua, pensé que no habría otra mejor ocasión en la vida para hacerlo y acerté. Pero algo sucedió cuando nos registramos en “Plaza Mayor”. Al llenar la ficha de ingreso me preguntaron “estado civil” a lo que lógicamente respondí: “soltero”. Cuando entramos al cuarto le dije Andrea: “Ya no siento que la palabra “soltero” me represente. Esa fue mi declaración, el compromiso. A partir de ese momento empezamos a planificar un hermoso casamiento.

Pero eso será tema de un próximo posteo.