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Al final no eran solo las fiestas: La materialización de la pérdida.

De alguna manera hemos pasado las fiestas; ese momento donde la gente se abraza y festeja mientras nosotros todavía seguimos sintiendo que el piso explotó y vamos cayendo a la deriva.

De alguna manera pasamos el cambio de esa experiencia repleta de amor y alegría que eran las navidades y los brindis de año nuevo con Andrea a otra cosa completamente distinta, al abrazo contenedor de los parientes.

De alguna manera conseguimos sobrevivir a darnos cuenta de que ni las fiestas ni las vacaciones volverán a ser nunca más lo mismo.

Sin embargo el haber pasado por todo esto lejos de traer algún alivio duele cada día más.

Me he preguntado mucho en estas últimas horas cómo era esto posible y llegué a una conclusión: a algo que llamo «la materialización de la pérdida».

Supongamos que Andrea hubiera tenido que irse dos años de viaje por trabajo a China. Obviamente Nina y yo habríamos estado tristes desde el primer día de su ausencia.

Sin embargo al tratar de seguir transcurriendo nuestras vidas y habiendo pasado ya casi medio año, esa ausencia que al principio era la promesa de un vacío, se va materializando cada día con más cuerpo.

Nina y yo ya llevamos medio año de saber cómo es que te falte cada día la sonrisa y el abrazo de tu mamá o de tu pareja.

Nina y yo nos vamos dando cuenta de que ese calor que era el amor de Andrea ya no alumbrará más nuestras vidas, al menos desde este plano.

Ese agujero negro que era desde el principio saber que Andrea ya no volvería a entrar nunca más por la puerta de casa se ha corporizado y ha cobrado volumen. Y es como un monumento en el centro de nuestra casa que nos deja cada vez menos espacio y menos aire para poder seguir.

Me aseguran que esto es tristemente normal para personas en duelo como el mío, me aseguran que si bien es cierto que el dolor no desaparecerá y la ausencia quedará para siempre, aprenderé a vivir de esta nueva manera que la vida nos ha deparado.

Esto por ahora me parece una utopía, pero realmente espero que sea así y que pueda en un futuro no demasiado lejano volver a evocar nuestros momentos con Andrea con una sonrisa como la de ella.

Pero ahora levanto la cara y veo venir la próxima fecha: ahí está A poco más de un mes mi cumpleaños, llegando el próximo 18 de febrero.

Empiezo a preguntarme qué voy a hacer, porque obviamente no tengo ánimo de festejar nada, pero cumplir años los voy a cumplir igual.

Pienso en que ya no estará la mano de Andrea preparándome algún homenaje, que tampoco habrá tarjetita de Nina con mi regalo de las dos. Pero lo más importante es que ese mediodía no almorzaremos juntos como siempre lo hacíamos para brindar los dos por nuestra dicha, por nuestro amor.

Sin embargo ahora sé que no es solamente la fecha lo que me duele, sino la realidad de que cada día que pasa se alejan más los momentos que vivimos juntos, es decir: los que le dieron verdadero sentido a mi vida.

Pero como el amor no muere nunca, sigo: acá estoy para Nina, para nuestro sueño más hermoso que se materializó, hasta que Dios me llame también y pueda volver a su lado.

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marianorinaldi Ver todo

Periodista. Cronista.
Conduzco de "La Semana que Viene" programa que se emite por Radio Simphony.
También trabajo en el programa "En la trinchera" de Radio Led.
Fui Cronista de "El Exprimidor" (2002 hasta su finalización en 2019) reemplazando a Ari Paluch en la conducción en varias ocasiones.
Cronista de "El Rotativo del Aire" de Radio Rivadavia (entre 2001 y 2010).
Acreditado en Casa de Gobierno (2003/2018).
También Cronista y asesor parlamentario.
Realicé coberturas nacionales e internacionales como enviado por ejemplo al rescate de los mineros en Chile, Elecciones en España y Paraguay, Aniversario del Atentado de Atocha en Madrid entre otras cosas.

3 comentarios sobre “Al final no eran solo las fiestas: La materialización de la pérdida. Deja un comentario

  1. Muy emotivo! Sin conocerte Mariano, sigo tus historias y te abrazo. Que gran historia de amor! Escrita por ambos! Hermoso legado te dejó»Nina» 💜

  2. Compartimos el mismo estudio radial y nunca te crucé por la puerta o algún rincón. Si hoy estuviera aún allí, no dudaría en darte un abrazo. Sos especialmente humano y Nina tiene el mejor papá.

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